¿Por Qué Nos Estamos Volviendo Tan Violentos?


La violencia es una tendencia cada vez mayor en todo el mundo. Desde nuestras noticias hasta nuestro entretenimiento, la violencia está ganando terreno rápidamente en todo el mundo.

Según el Instituto de Investigación para la Paz en Oslo, "2024 marcó un máximo histórico en los conflictos basados en el Estado, con 61 conflictos activos en 36 países - el número más alto registrado desde 1946. Fue también el cuarto año más violento desde el final de la guerra fría."

En la misma línea, el último Índice de Paz Global confirmó que el índice medio de paz mundial se ha deteriorado por sexto año consecutivo, con un aumento del 3,8% en los niveles de violencia en todo el mundo. 

A primera vista, podemos explicar esta preocupante tendencia por los cambios radicales en nuestros estilos de vida en la última década, incluyendo nuestros principios y metas, la forma en que nos comunicamos y los mensajes que difundimos. 

Pero las causas son aún más complejas, interactuando e interjugando entre sí, como en un gigantesco rompecabezas.

Aquí examinamos algunas de las razones -algunas evidentes, otras no tanto- para el fenómeno del aumento de la violencia en la sociedad, y cómo revertir esta tendencia.

Cambio de paradigmas sociales y degradación de los valores tradicionales

Durante siglos, las personas a través del mundo compartían y seguían un código de conducta similar: respeto a los ancianos, mujeres y niños, respeto por la ley y la autoridad, consideración hacia los demás, honor, nobleza, disciplina, una clara distinción entre lo correcto y lo incorrecto, etc. 

La erosión de estos pilares del comportamiento común ha debilitado la armonía social. 

Los valores tradicionales evolucionaron a través de milenios de ensayo y error y, aunque no son del todo perfectos, son la forma más precisa de ayudar a contener nuestros impulsos primitivos, permitiéndonos vivir en armonía con los demás.

La nueva cultura dominante del individualismo ha debilitado el papel de los padres y la familia, fomentando actitudes y acciones antisociales, todo ello bajo la bandera de la libertad personal. 

Dejados casi a solas y bajo la influencia de las redes sociales, los jóvenes pueden sentirse a menudo a la deriva y alienados, y no se les enseña a reflexionar, pensar críticamente, actuar con responsabilidad o asumir responsabilidades en un mundo que privilegia respuestas rápidas y superficiales cargadas de emoción cruda.


La psiquiatría moderna ha encontrado una correlación entre el comportamiento violento y ciertos trastornos mentales, pero estos a menudo se han utilizado sin ningún diagnóstico profesional para justificar casi cualquier tipo de violencia. 

Excusar y justificar las acciones violentas, sin actuar sobre ellas o sus causas subyacentes, solo fomentan estas conductas. 

La decisión de legalizar drogas como el cannabis (que perjudica el juicio, la toma de decisiones, las emociones y causa problemas cognitivos), ha normalizado su consumo y abierto la puerta a drogas más duras, desestabilizando aún más el tejido social.  

El exceso de libertad personal otorgado a quienes son incapaces de controlarse, la falta de disciplina, la indulgencia excesiva y el exceso de tolerancia han abierto las puertas a comportamientos antisociales, mientras que al mismo tiempo se debilitan las conductas sociales positivas, como los buenos modales.  

Los buenos modales no son tonterías anticuadas, sino herramientas sociales que evolucionaron desde hace milenios, eficaces para mantener buenas relaciones dentro de una comunidad o grupo. 

Sin embargo, en la actualidad apenas se enseñan ni se aplican en el hogar o en la escuela, dejando a los jóvenes sin herramientas para manejar sus emociones o evitar conflictos. 

Sorprendentemente, el respeto hacia los demás no es el monopolio de los humanos - en la naturaleza los animales normalmente cooperan y respetan los límites del otro para mantener una convivencia armoniosa y mantenerse lejos de la agresión.


Estilo de vida moderno y su impacto en nuestra salud

Presionados por un mundo cada vez más competitivo, a menudo llenamos nuestras vidas con actividades y compromisos interminables, cada uno exigiendo su propio espacio y atención. Pero la mayoría de estos se llevan a cabo a través de pantallas, lo que añade aún más estrés a nuestro organismo. 

Hoy en día parece que estamos más conectados a nuestros teléfonos inteligentes que a las personas que nos rodean, y esto trae un nuevo conjunto de problemas. 

Varios estudios han descubierto que el exceso de tiempo que pasamos frente a las pantallas tiene graves consecuencias para nuestra salud, tanto física como psicológica. 

Junto a los problemas relacionados con el excesivo tiempo de pantalla hay un mayor riesgo de obesidad, trastornos del sueño y problemas de salud mental, incluida la depresión y la ansiedad.


El impacto es aún más grave en los niños, donde el exceso de tiempo frente a las pantallas se ha relacionado con la impulsividad, la irritabilidad y un deterioro del desarrollo cognitivo

Sin embargo, independientemente de nuestra edad, el exceso de tiempo frente a las pantallas puede obstruir nuestra capacidad para interpretar las emociones, alimentando un comportamiento agresivo, obstaculizando nuestro desarrollo social-emocional, afectando la comprensión emocional y nuestra competencia social y emocional.

Tener menos recursos de resistencia emocional -como el contacto estrecho con la familia, una red de amigos cercanos, una fe en la que confiar, etc.- pueden instalar en nosotros un sentimiento de desconexión o impotencia, aumentando nuestras posibilidades de desarrollar problemas mentales.

Además, la falta de contacto físico personal disminuye la producción de hormonas esenciales para nuestra felicidad y bienestar, como la oxitocina y la serotonina.

Si además no dormimos bien ni descansamos lo suficiente para reponernos, nos sentiremos irritables y más propensos a actuar impulsivamente, ya que un cerebro cansado no puede trabajar de manera óptima.

Según un estudio realizado por la Cleveland Clinic, aproximadamente un tercio de los adultos en todo el mundo dicen experimentar síntomas de insomnio, y alrededor del 62%, dicen dormir más o menos bien o nada bien.

El estrés y la ansiedad son dos de las causas más comunes de insomnio, así como el exceso de tiempo frente a las pantallas y el uso de estimulantes como café o bebidas energéticas.


Nuestros estilos de vida siempre apresurados y cada vez más ambiciosos, realizando una apretada agenda de actividades y con una constante exigencia de gratificación instantánea, nos drenan de energías mentales y emocionales, y a menudo nos llevan a sufrir agotamiento mental y emocional. 

Esto nos hace más propensos a los desequilibrios emocionales, causando depresión y otros problemas de salud mental. Si además estamos diariamente bombardeados por angustias y preocupaciones, malas noticias, etc. estamos abrumando nuestro sistema, arriesgando un colapso mental.

Necesitamos tiempo para procesar los acontecimientos, nuestros pensamientos y sentimientos. Necesitamos tiempo libre y espacio para relajarnos y reponer nuestras energías. 

El impacto negativo de Internet y las redes sociales

Es innegable que Internet es una herramienta fantástica, pero lamentablemente esta tecnología también se ha utilizado para difundir contenido malicioso, y ningún usuario está completamente a salvo de su influencia. 

Desde el mismo inicio de las salas de chat, en la década de 1990, los críticos alertaron sobre la facilidad de los usuarios para ocultar sus identidades y abusar de otros miembros del chat. El problema nunca se resolvió por completo, y para cuando las redes sociales llegaron a revolucionar la forma en que nos comunicamos, ya era demasiado tarde para controlarlo.

Los contenidos violentos y las noticias falsas -entre otros contenidos negativos- son fácilmente accesibles en Internet y las redes sociales, herramienta favorita de las cuentas falsas, bots y trolls que se esconden detrás de identidades falsas para sabotear, difundir animosidad, falsedad y abusar de otros usuarios.

Más que cualquier otro medio, las redes sociales son responsables de propagar la animosidad mientras nos aíslan en burbujas, a veces incluso alienándonos, alimentando así una mayor polarización, actitudes agresivas y violencia.


Constantemente somos bombardeados por una avalancha de información, gran parte de la cual es negativa o falsa. Con el uso cada vez mayor de las herramientas de IA, ya ni siquiera podemos confiar en nuestros ojos para detectar la realidad de las falsedades. Ya no sabemos qué o a quién confiar. 

Todo esto provoca una profunda sensación de desestabilización, y cuando nos sentimos inestables, nuestro cerebro lo interpreta como una amenaza que activa nuestra respuesta automática 'lucha o huida'. Por lo tanto, no es sorprendente que podamos sentirnos más ansiosos y enojados. 

Si también carecemos de la madurez necesaria para controlar nuestros impulsos -como sucede a menudo con los jóvenes, cuya corteza prefrontal aún se está desarrollando - el resultado puede conducir a responder de maneras que más tarde podríamos lamentar.

La influencia del entretenimiento

En 2022, hubo indignación internacional cuando China exigió que el final de la película infantil "Minions: Nace Un Villano" se cambiara para su lanzamiento local, informando a la audiencia que el personaje malvado principal recibió un castigo y posteriormente fue rehabilitado. 

Quienes se opusieron a esta medida criticaron la censura, aduciendo como justificación la libertad de expresión. 

Aunque China tiene una larga historia de censura y represión, en este caso probablemente deberíamos preguntarnos, ¿por qué debería considerarse 'censurable' aplicar un castigo a personajes malvados en una película para niños?

Esta es una preocupación válida, especialmente debido al creciente número de entretenimeinto infantil que muestra a delincuentes y criminales y a sus actividades como 'diversión' o simplemente como personajes 'incomprendidos'. 

Solo en el segmento de las películas animadas, podemos contar: "Lilo y Stich", "Mi Villano Favorito" y sus 3 secuelas, su spin-off "Minions" y sus 2 secuelas, así como "Zootopia" y "Los Chicos Malos", cada uno con secuelas, por nombrar solo unos pocos.

Algunos pueden argumentar que es sólo entretenimiento, pero estas películas presentan mensajes ambiguos, y a menos que los niños tengan una orientación clara sobre lo que está 'mal' o 'bien', así como ejemplos sólidos de comportamiento correcto, las acciones que ven en estas películas se quedarán en sus mentes como ejemplos a seguir. 

Los cerebros humanos, especialmente en sus primeros años, están diseñados para copiar lo que ven.


En la misma tendencia, durante las últimas dos décadas, todo nuestro entretenimiento se ha vuelto cada vez más oscuro, agresivo y pesimista.

Un estudio realizado por la Universidad Estatal de Ohio en 2024 encontró que la cantidad de escenas de asesinatos y homicidios en películas ha aumentado en los últimos 50 años. 

La tendencia, explicaron, se encuentra en todos los géneros y no se limita a las películas de crímenes, una tendencia que, advierten, es probable que continúe. 

De igual forma, con pocas excepciones honorables, la música consumida por la actual generación de oyentes está llena de mensajes egoístas y agresivos, instalando una peligrosa cultura de violencia asociada a ella.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Innsbruck en 2024, compararon 1200 canciones en inglés desde 1990 hasta 2023, y encontraron que en estas últimas cinco décadas no solo las canciones se han vuelto más simples y repetitivas, sino también que sus letras se han vuelto más negativas y egoístas, con menos mensajes positivos u optimistas.


Escudados tras la bandera de 'expresión artística' y 'libertad de expresión', algunas tendencias en el entretenimiento hacen una apología abierta o velada de la violencia, propagando así un peligroso concepto de impunidad. 

El arte, que se supone nos ayuda a desarrollar nuestra sensibilidad a través de la belleza, ha sido utilizado con frecuencia como una herramienta de propaganda para difundir ideologías. 

El humor, válvula natural de escape a nuestras preocupaciones humanas y las presiones de la vida, ha sido censurado por la cultura de la cancelación, imponiendo límites rígidos y severos a lo que los comediantes pueden abordar o no.

Todo esto deja al público con menos escapes al estrés y las crecientes presiones de la vida cotidiana, instalando en nosotros un sentido de pesimismo e impactando nuestra salud mental. 

La violencia vende

No es ningún secreto que la violencia vende. Los editores de noticias, los vendedores de libros y la industria del entretenimiento han utilizado el shock, el derramamiento de sangre y la violencia para atraer al público desde la antigüedad.

Los antiguos griegos ya usaban la violencia en obras de teatro por su efecto catártico; sin embargo, estudios modernos han revelado que cuando se trata de catarsis, nada funciona mejor que el humor. 

Como rasgo evolutivo de supervivencia, estamos programados para prestar atención a cualquier cosa que nos alarme, pero también es un hecho bien conocido que la exposición sostenida a la violencia -ya sea real o ficticia- desensibiliza al espectador y provoca una especie de lavado de cerebro. 


Muchos expertos han declarado que no hay 'ninguna evidencia' que pueda vincular el entretenimiento violento con acciones violentas reales. 

Sin embargo, es evidente que existe una clara relación entre el nivel de violencia en el entretenimiento y la escalada de la violencia en la sociedad. 

Aunque observar violencia puede no incitar inmediatamente al espectador a repetir el acto violento, sí siembra la semilla de la violencia en su mente, instalándola como una reacción válida (en defensa propia, en protesta, por diversión, etc.), que puede desencadenarse cuando el espectador menos lo espera. 

La violencia es contagiosa y adictiva

Las emociones primitivas fuertes, como el miedo o la rabia, son altamente contagiosas. 

Estas emociones estimulan la amígdala, desencadenando la liberación de cortisol y dopamina, una hormona estrechamente asociada con el comportamiento repetitivo y adicciones. 

Al mismo tiempo, el cerebro humano está programado para responder a estos estímulos como mecanismo de supervivencia. Por lo tanto, en lugar de convertirse en elementos disuasorios, los actos de violencia a menudo generan imitadores y alimentan las represalias en niveles aún mayores de violencia.

Un ejemplo de esto son la variedad de videos difundidos en los medios y las redes sociales que muestran actos violentos, que inspiran a otros a tratar de replicar estas acciones - por la pura emoción de ello, por likes, por seguidores, y por la promesa de 'volverse viral'.

Además, muchos de esos mensajes y artículos idealizan la violencia.


Los movimientos radicales y anárquicos se escudan detrás de iconos populares, como Robin Hood o V de Venganza, para romantizar la violencia. 

Generalmente dirigidos a los jóvenes, los idealistas, y los marginados sociales que deseen sentirse 'heroicos', estos movimientos utilizan la reivindicación de 'justicia' para llamar a la violencia con el concepto de que "el fin justifica los medios".  

Incluso los best-sellers populares dirigidos a los jóvenes, como "The Hunger Games", hacen una apología de la violencia bajo esta bandera, sin proponer ninguna solución creativa a los conflictos, sino continuando la idea milenaria de responder fuego con fuego.

Normalización de la violencia

En 2009, James Cameron mostró su exitosa película Avatar a un grupo de nativos. 

Dado que la historia representa a un grupo indígena defendiendo sus tierras, Cameron y el equipo de producción estaban emocionados de obtener su reacción, y se sorprendieron al escuchar que al grupo le había gustado la película, excepto por el final. Cuando se les preguntó por qué, respondieron: "Porque prefirieron ir a la guerra en lugar de buscar un acuerdo pacífico."

Nos hemos acostumbrado tanto a la violencia que ni siquiera estamos considerando otras alternativas.

Nuestros estándares de conducta aceptada se han erosionado hasta el punto en que hemos comenzado a normalizar la violencia. Un ejemplo de esto es la prevalencia de las malas palabras en el entretenimiento y los medios como algo 'socialmente aceptado'. 

A menudo, la violencia es un hábito aprendido

La forma en que hablamos es una expresión de quiénes somos y lo que pensamos, lo cual está a solo un paso de lo que hacemos. Por lo tanto, normalizar las palabras violentas está a solo un paso de normalizar las acciones violentas.

Normalizar la violencia en la forma en que hablamos abre las puertas a formas crecientes de agresión, como el acoso escolar, el comportamiento abusivo, degradar y deshumanizar a quienes son diferentes de nosotros o no están de acuerdo con nosotros. 

Menos ejemplos de no violencia

A pesar de sus múltiples conflictos, el siglo XX vio a muchos actores y movimientos que continuamente y consistentemente pidieron la no-agresión y la no-violencia. 

Líderes de opinión populares como Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr., Olof Palme y John Lennon -por nombrar solo algunos- se pronunciaron sobre la no-violencia y el pacifismo como herramientas válidas de acción y protesta. 

Por el contrario, desde el comienzo del siglo XXI hemos visto un aumento en las muestras de violencia explícita, agresión, horror y gore a través de los medios, con menos ejemplos de concordancia y acuerdo. 

Al mismo tiempo, en lugar de clamar por la paz y la comprensión, los líderes mundiales azuzan las brasas del descontento, alimentando el resentimiento, aumentando la desconfianza en las autoridades y fomentando un sentimiento de desestabilización.

Necesitamos más ejemplos de no violencia y acuerdo

La tecnología moderna nos ha permitido tener más acceso a las comunicaciones que nunca, pero esto también nos ha expuesto más a los ejemplos de violencia, tanto real como ficticia. 

Peor aún, al mostrarse, los ejemplos de no violencia pueden incluso ser ridiculizados, una indicación de que la violencia como forma de conducta ya ha sido normalizada.  

Nuestras dietas pueden estar haciéndonos más violentos

Los snacks, las comidas rápidas y la comida de confort son elementos básicos de nuestros estilos de vida modernos y generalmente se consideran inofensivos, pero pueden estar contribuyendo más de lo que pensamos a los niveles globales de violencia.

Los científicos han encontrado pruebas sólidas de que existe una correlación directa entre nuestra dieta y nuestras emociones. En particular, ciertas dietas pueden hacernos más propensos a la violencia.

Estudios recientes han encontrado un importante vínculo entre nuestro cerebro y nuestro sistema digestivo, en lo que se llama el eje intestino-cerebro. De hecho, el intestino ha sido llamado un "segundo cerebro" porque produce muchos de los mismos neurotransmisores que fabrica el cerebro, los cuales juegan un papel clave en la regulación de nuestro estado de ánimo.

El azúcar es un estimulante bien conocido también por ser altamente adictivo, pero además varios estudios han encontrado que la corteza prefrontal - la zona del cerebro que regula nuestras acciones, decisiones y control de impulsos- se ve debilitada por las dietas altas en grasa y azúcar.

Además del impacto físico del exceso de azúcar en nuestros cuerpos, las dietas altas en azúcares también se han relacionado con deficiencias cognitivas y trastornos emocionales como la ansiedad o la depresión.

Una dieta pobre, sin suficiente variedad de verduras frescas, frutas, legumbres, proteínas, etc., tiene un impacto directo en la microbiota intestinal, y se ha relacionado con el aumento de la agresión y el comportamiento violento a todas las edades, pero particularmente en niños y adolescentes. 

El exceso de alimentos procesados nos hace más tristes y agresivos

Además, la popularización de las bebidas energéticas, especialmente dirigidas a los jóvenes como divertidas e inofensivas, puede tener efectos importantes en la inducción del comportamiento violento.

Los peligrosos efectos secundarios de las bebidas energéticas se conocen desde hace casi una década. 

En 2017, un estudio científico informó sobre las consecuencias del consumo de bebidas energéticas, los cuales incluía problemas cardíacos, renales y dentales, así como comportamientos riesgosos y mala salud mental. 

Estos riesgos para la salud se asociaron con cualquier bebida azucarada con cafeína que incluía estimulantes, como taurina, guaraná y ginseng, ingredientes típicamente presentes en bebidas energéticas como Monster, Red Bull y Rockstar.

Desde entonces, varios otros estudios han llegado a la misma conclusión: debido a su composición, existe una fuerte relación entre las bebidas energéticas y los problemas de salud mental, comportamientos agresivos y fatiga, un efecto que se puede multiplicar cuando se usan junto con el alcohol u otras sustancias.

Falta de suficientes áreas verdes

La mayor parte de la población mundial vive hoy en día en grandes ciudades, a menudo con poco o ningún acceso a espacios verdes.

El aumento de la deforestación mundial debido a los incendios forestales y la acción humana solo agravan este problema. 

Aunque a primera vista esto puede no parecer demasiado importante, recientes estudios han encontrado una estrecha correlación entre la disponibilidad de áreas verdes y bajos niveles de criminalidad, y entre la salud mental y pasar tiempo en espacios verdes al aire libre.

Tener menos espacios donde relajarnos en contacto con la naturaleza nos hace más ansiosos y agresivos.

Exceso de calor

Todos nos sentimos inquietos cuando la temperatura sube más allá de lo que puede considerarse 'cómodo', pero ahora diferentes estudios han confirmado que el exceso de calor puede aumentar el comportamiento violento o agresivo en los seres humanos.

Existen dos teorías principales que explican una relación entre la temperatura y el comportamiento violento. La primera es conocida como la teoría biológica, y estipula que el clima caliente induce violencia interpersonal al aumentar la incomodidad, frustración, impulsividad y agresión. 

Sin embargo, esta teoría no explica el aumento de los delitos violentos en las zonas donde la temperatura ha aumentado a niveles cómodos. 

La segunda teoría, conocida como la teoría de la actividad rutinaria, sugiere que un cambio considerable en la temperatura puede alterar las actividades sociales de las personas, aumentando así los conflictos interpersonales. 

Ambas teorías también tienen en cuenta otros factores, como los aspectos demográficos, cognitivos, de personalidad, y biológicos que afectan la forma en que una persona reacciona.

Todos los estudios concluyen que el alza de temperatura a nivel global tiene un impacto en la ocurrencia de actos violentos.

Los investigadores indican que, al tiempo que el cambio climático da paso a olas de calor cada vez más intensas, es muy posible que la relación entre el calor y la violencia también aumente.

Poca lectura

¿Puede la lectura hacernos más felices a los individuos? La ciencia lo cree así, y proporciona evidencias interesantes para ello.

La lectura no es solo un pasatiempo - es un ejercicio cognitivo directamente ligado al desarrollo de nuestra empatía y del pensamiento crítico, ambos esenciales para el control de nuestros impulsos y la comprensión del mundo que nos rodea.

Además de la fuente, la longitud y el contenido de lo que leemos, la plataforma que utilizamos para leer también tiene un efecto en los beneficios que podemos obtener de esta actividad. 

Una vez más, las pantallas llevan las de perder, pues los científicos han determinado que la lectura en pantalla no otorga los mismos beneficios que la lectura en papel impreso.


¿Qué hacer para detener la violencia?

El fenómeno de la violencia se ha estudiado durante siglos, y los médicos, psicólogos, expertos en ciencias del comportamiento y otros especialistas han elaborado innumerables recomendaciones para prevenir su aparición, así como métodos y técnicas para gestionarlo.

Uno de esos métodos es el llamado “Smashroom”, un área especialmente preparada para que las personas desahoguen su ira destruyendo cosas en un ambiente controlado.

Al principio, la idea suena genial, y en teoría debería funcionar: liberamos la ira y nos deshacemos de nuestros impulsos violentos - ¿cierto? No es así, dicen los psicólogos.

De hecho, la mejor acción contra la violencia es la prevención - aprender a manejar las emociones negativas de una manera positiva, para que no explotemos cuando nos encontramos con situaciones que desencadenan nuestra ira, ansiedad, frustración, etc.

Los psicólogos han llegado a la conclusión de que algunas de las salidas positivas para el estrés y las formas más eficaces de combatir la frustración y prevenir la violencia son:

-Aprender a controlar la respiración
-Ejercicio
-Dieta equilibrada
-Autocontrol
-Risa

Otras herramientas eficaces son la meditación, el pensamiento positivo y mantener una red de apoyo de amigos y familiares con los que compartir momentos felices y tristes.

Además, los científicos también han descubierto que escribir (a mano) nuestros pensamientos de enojo y frustración en un papel y luego rasgarlo trae alivio instantáneo a la ira.


Aunque la paz es un objetivo ambicioso, no es totalmente inalcanzable, y lo mejor es que las herramientas para lograrlo son bien conocidas y están al alcance de todos.

El aprendizaje de la moral, la ética, el sentido común, los buenos modales y el respeto desde la infancia nos proporcionan una base sólida de comportamiento, sin la cual es imposible lograr una convivencia armoniosa en la sociedad.

Además, debemos educar para la paz, aprender a desarrollar nuestras habilidades de comunicación y diálogo, cómo manejar la agresividad y desactivar los conflictos, la cooperación y la empatía, entre otras habilidades sociales importantes.

Finalmente, nuestras elecciones personales son fundamentales. 

La violencia es parte de la vida, pero está en nuestras manos controlarla. Rehusar validar los actos violentos, elegir la no violencia (en pensamientos, palabras, acciones, actitudes, dieta, entretenimiento, etc.) y encontrar salidas positivas para el estrés y la frustración pueden hacer un mundo de diferencia para nuestras vidas y para la sociedad en su conjunto.

Más información

*Para saber más acerca de cómo educar para la paz, visiten el sitio de Education for Peace.

*Para saber más acerca de la psicología del manejo de la ira -qué funciona y qué no- lean este interesante artículo: https://psychologydegreeguide.org/resources/anger-psychology/ 

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