¿Todavía Importan los Buenos Modales?


"Los buenos modales son tan poco frecuentes en estos días que algunos los confunden con flirteo." El comentario, que puede sonar cómico, dice mucho de la triste realidad en que vivimos.

Frases como “Buenos días”, “Gracias”, “Permiso” y “Disculpe”, que solían ser obligatorias de aprender y usar desde edad temprana son cada vez menos frecuentes en nuestro vocabulario cotidiano, desapareciendo incluso del entretenimiento que consumimos en películas, series de televisión, libros, etc.

Pareciera como si los modales bastos de los toscos ganaran terreno al tiempo que las costumbres educadas de la gente más gentil se descartan en favor de una informalidad rápida y simple. Algunos dicen ‘no hay tiempo’ para la cortesía en estos días, y que de todas maneras no importa.

Pero, ¿podemos estar tan seguros de eso?

Los buenos modales y la cortesía son como aceite para cualquier relación, sin importar qué tan pasajera. Los buenos modales ayudan en cualquier situación - e incluso hay una profunda razón evolucionaria detrás de ello.

Imágen: Vector Stock

Es un hecho probado que nos sentimos mejor cuando nos otorgan un poco de cortesía. Tal como Abraham Lincoln notó muy acertadamente, “una gota de miel atrae más moscas que un galón de hiel”. Eso fue tan cierto cuando lo dijo como lo es ahora.

Utilizar cortesía y buenos modales saca lo mejor de nosotros en favor de una convivencia armoniosa con los demás, muy lejano de las actitudes individualistas que sólo se consideran a sí mismas.

Y sin embargo, algunos se sienten incómodos con la cortesía y los modales, viéndolos como ‘afectados’ o ‘actitudes deshonestas’.

Esta visión implica que sólo la descortesía y la crudeza son ‘sinceros’, y es un triste concepto que revela una visión bastante agresiva del mundo.


Comer en el metro es una conducta descortés y antisocial

Desde los años 80 ha habido una tendencia global a saltarse todas los modales y la cortesía en favor de la 'honestidad' brutal, todo por lograr resultados rápidos.

La creciente competitividad ha validado la agresividad como un comportamiento aceptable y deseable, instalando un estilo despiadado en los intercambios sociales, particularmente en los ambientes corporativos.

Esta tendencia se trasladó luego a otros ambientes, tales como universidades e incluso colegios, intensificándose con la aparición de las redes sociales y su facilidad de ocultar identidades.

Otras tendencias modernas, tales como la educación liberal para niños y el movimiento ultra-feminista, han minado aún más el uso de la cortesía y las buenas maneras, yendo tan lejos como considerar ciertos gestos amables - como que uno hombre le abra la puerta a una mujer - como ofensivos.

Esta visión negativa de la cortesía ha hecho que muchos hayan dejado de usarla por miedo a ser castigados.

Por lo visto, no siempre es aceptable ser educado estos días. ¿O no?

Howard Terpning, “Consejo de Jefes”

Los buenos modales no son un grupo de reglas arbitrarias que a alguien se le ocurrió, sino una colección de sugerencias útiles compiladas a través de miles de años de evolución humana.

Los modales y la civilización evolucionaron mano a mano. Esto no fue coincidencia - los buenos modales evolucionaron precisamente al mismo tiempo que la humanidad se organizaba en tribus para sobrevivir, ensayando y probando las mejores fórmulas para ganar amigos y calmar enemigos, evitar confrontaciones y mantener los problemas a raya.

Durante miles de años de prueba y error, los líderes de éstas tribus - para entonces llamados
‘reinos’- comprendieron que habían ciertas acciones, comportamientos y actitudes que podían tomar para asegurar una relación más amigables con amigos y enemigos, y así nacieron los buenos modales.

En esencia, los buenos modales son reglas de sobreviviencia social.

Ninguna civilización puede florecer en un estado de constante agitación; la paz es necesaria para evolucionar y crecer, y los buenos modales fueron - y continúan siendo - la mejor forma de asegurar que el caos de las individualidades fueran contenidas y la paz permaneciera.

De hecho, a pesar de lo simples que puedan parecer, el uso constante de los buenos modales favorece el órden y una convivencia pacífica dentro de una sociedad.




En ésta época en que el mundo parece hundirse en creciente agitación y caos, y la población se expande más que nunca en la historia, es una buena idea rescatar los valores tradicionales que generaciones previas consideraron obsoletos y ‘pasados de moda’.

Aunque algunos han confeccionado detalladas listas de ‘buenos modales’, tales como las Reglas de Etiqueta de Emily Post o el Manual de Carreño , en verdad no es necesario memorizar largas listas de reglas para comportarse educadamente.

Simplemente sé considerado con los demás, ten conciencia de cómo tus acciones pueden afectar a otros a tu alrededor, y usa tu sentido común.


“Los modales son una conciencia sensible de los
sentimiento de otros. Si usted tiene esa conciencia,
tiene buenos modales, sin importar el tenedor que use.”
- Emily Post


Imaginen a alguien que mastica con la boca abierta, habla con lenguage ofensivo, hace ruidos cuando bebe, eructa fuertemente y se limpia la boca con la manga. ¿Qué impresión les daría esa persona? ¡Confiarían en ella? ¿Querrían relacionarse con ella?

La gente que sigue una conducta descortés en público pueden pensar que son ‘liberados’, pero en realidad sus actitudes alienan a otros, y a ellos mismos de los demás.

Los buenos modales no sólo son la mejor manera de vivir en armonía en un grupo, demonstrando respeto hacia otros, sino también desmuestran que nos amamos y respetamos a nosotros mismos.

Algunos consideran la cortesía y los buenos modales como una ‘debilidad’, y consideran que quien los usa es un cobarde, cuando lo opuesto con frecuencia resulta ser el caso.

Como reza un viejo refrán español: Lo cortés no quita lo valiente.

 Diego Velásquez, "La Rendición de Breda" (1634)

Como ocurre con todos los hábitos y costumbres, los modales evolucionan junto con las costumbres y necesidades humanas. 

Así, lo que una vez fue considerada una acción normal de etiqueta en el pasado (tal como hacer una reverencia y besar la mano de una dama cuando un caballero se presentaba), se vuelve obsoleta e incluso ridícula en períodos más contemporáneos.

Sin embargo, lo que nunca pasa de moda es demostrar respeto hacia los demás.

Y eso lo hacemos a través de pequeñas acciones de cortesía y consideración (tales como ceder nuestro asiento a personas de la tercera edad y discapacitados), así como usar formulas de cortesía (tales como “por favor”, “gracias”, “permiso”, etc.)

Simple y sin costo, pero muy efectivo.


A un nivel psicológico, los buenos modales ( o su ausencia) afectan nuestros cerebros y la forma en que respondemos a los estímulos sociales.

La psicóloga e investigadora Naomi Eisenberg y sus colegas de la Universidad de California en Los Angeles hallaron que percibir actitudes groseras activan señales de desconfianza en el cerebro, y nos indican que una persona no es bienvenida en el grupo. Esto, como lo halló el neuroeconomista Paul J. Zak, produce un salto violento de testosterona, lo cual predispone a una respuesta agresiva en el individuo.

Los investigadores han hallado lo opuesto en los buenos modales. Dar y recibir cortesía activa la liberación de oxictocina (la llamada “hormona del bienestar”) en el cerebro.

La oxitocina contrarresta el efecto del cortisol (la llamada “hormona del estrés”) y tiene un efecto tranquilizante. Nos sentimos relajados y felices, y más dados a confiar y ser generosos. De hecho, la oxitocina es la hormona que nos hace quedar dormidos y nos hace enamorarnos.

Además de estos hallazgos neurológicos, los psicólogos tambien han encontrado que ser gentiles con otros se usó como una herramienta evolucionaria para expandir nuestro círculo social y nuestros vínculos, los cuales fueron fundamentales para nuestra sobrevivencia.


A través de los siglos, mientras las condiciones sociales cambiaban y las reglas de comportamiento se volvían más codificadas, los modales desarrollaron acciones para situaciones específicas, llamadas ‘Etiqueta’.

Estas reglas aún son esenciales en ciertos ambientes y eventos, tales como entrevistas de trabajo, reuniones de negocios, o incluso en situaciones especiales (funerales o bodas, eventos de protocolo, emergencias, etc.)

Incluso con las comunicaciones a la velocidad de la luz de hoy en día es especialmente importante mantener una buena dosis de etiqueta tecnológica para navegar el mundo virtual sin contratiempos.

Algunos de los errores mas comúnes de convivencia y de falta de educación son:

* Comer y beber en el metro o lugares públicos cerrados no destinados para ello
* No ceder el asiento a personas de la tercera edad, embarazadas o personas discapacitadas.
* Acaparar la calzada al caminar en la calle.
* Enviar mensajes y responder llamadas en la mesa o mientras estamos reunidos con otros.
* Olvidar enviar felicitaciones de cumpleaños y días de fiesta a amigos, parientes y cercanos.
* No responder a cartas, emails, llamadas o mensajes enviados.
* No responder el saludo.
* Hablar a gritos o tocar música a todo volúmen, molestando a otros.
* Tirar desperdicios al suelo o en la calle.
* No taparse la boca al estornudar o bostezar.
* Llegar siempre tarde a citas y reuniones.


Muchas de las reglas de educación están tan imbuidas en el tejido de la conducta social que son consideradas como cuestiones de sentido común. A pesar de esto, mucha gente aún decide ignorar estas costumbres, con el consecuente impacto negativo a sus interacciones sociales y al nivel general de intercambio social en su comunidad.

Puede que no lo notemos, pero cada pequeña acción que tomamos o no, causa un impacto en los demás, el cual se multiplica y expande a través de nuestro tejido social.

Así, si no es opuesto y corregido prontamente, aquello que comenzó como una acción aislada se replica exponencialmente y termina convirtiéndose en una conducta común entre los miembros de la sociedad.

Con frecuencia olvidamos que cada uno de nosotros creamos la sociedad en que vivimos.


“Una cultura en decadencia invariablemente exhibe
descortesía hacia los demás. Malos modales. Falta de
consideración hacia otros en pequeñas cosas.
La pérdida de la cortesía, de los buenos modales,
es más significativo que una revuelta.”
- Robert A. Heinlein


Aunque las reglas de comportamiento no son universales y pueden variar de región en región, muchas de ellas son bastante comúnes en todo el mundo, tales como respetar a los mayores y ser consciente de tus acciones para no ofender a los demás.

Al igual que con muchos hábitos culturales, los buenos modales también son más valorados en una culturas que en otras.

Mientras la mayoría del mundo occidental ha relajado considerablemente sus reglas de etiqueta y educación desde el siglo XX, en Asia y el medio oriente aún son consideradas de suma importancia y se hacen valer, de forma que cualquiera que rompa estas reglas se expone a un regaño público.


Tener buenos modales es más que simplemente repetir una fórmula de palabras gastadas. La cortesía y la buena educación requieren convicción, y son una actitud hacia la vida que habla de nuestra propia calidad humana.

Los buenos modales son el marco común que hicieron posible todas las civilizaciones.

Para mantener los beneficios de la paz y libertad que damos por sentado, y asegurar que se mantengan con las generaciones futuras, debemos rescatar los buenos modales como uno de los valores más importantes de nuestra interacción y convivencia social.

Ser cortés, educado y respetuoso no toma tiempo ni cuesta un centavo, y sin embargo nos ayuda a construir un ambiente de vida mucho más agradable y armonioso, y es esencial para nuestra sobrevivencia.

Como escribió una vez el ensayista francés Joseph Joubert : “Los buenos modales son la flor de la humanidad.”

Cultivada a través de miles de años de evolución, y aún floreciendo fresca y nueva en todos aquellos que la aplican - ¿A quién le ofrecerás tu flor?

Fuentes: Psychology Today, Wikipedia.

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