El Poder del Sentido Común


El sentido común, también llamado “sabiduría común”, “buen sentido” o “buen juicio”, parece ser un bien raro y escaso en estos días.

En teoría, todos deberíamos tener un cierto grado de juicio que nos ayude a navegar a través de la vida con seguridad. Pero últimamente aparecen con más y más frecuencia noticias de personas cometiendo actos de increíble falta de juicio, muriendo en accidentes mientras se toman selfies, exponiéndose a ellos mismos e incluso a amigos a peligros mortales y a acciones que nadie en su sano juicio haría.

¿Por qué ocurre ésto? ¿Es pura estupidez o es que el mundo se está volviendo loco?

Antes de poder responder, primero debemos establecer qué es el sentido común.

“Atención: El fuego está caliente”

Aunque el sentido común es tan antiguo como la humanidad misma, su definición como concepto ha permanecido elusivo a través de los siglos, con diferentes enfoques filosóficos, psycológicos y pedagógicos.

En el siglo XIII, Santo Tomás Aquino lo incluyó junto con la vista, olfato, tacto, oído y gusto como un sentido adicional del hombre, llamándolo “sentido común” por vez primera.

Como tal, el sentido común unifica la información que percibimos a través de nuestros cinco sentidos. Estos son procesados por un compendio de funciones psicológicas, tales como percepción, memoria, juicio, deducción, razonamiento lógico y valores personales.

Sin embargo, en su nivel más simple, el sentido común es simplemente la habilidad de percibir el mundo a nuestro alrededor e interpretarlo correctamente.

A diferencia de la lógica, el sentido común es un grupo de reglas básicas ya internalizadas por el individuo, las cuales actúan como respuesta inmediata, sin necesidad de pensarlo dos veces.


El sentido común está basado en una serie de lineamientos probados y transmitidos de generación en generación, junto a nuestras propias conclusiones aprendidas por nuestras experiencias, además de nuestra inteligencia humana. Todos estos elementos trabajan al unísono y nos ayudan a evitar problemas o eventuales peligros y resolver conflictos.

El sentido común nos permite combinar diferentes hechos y acciones o situaciones, y sacar una conclusión correcta.

Por ejemplo:

Hecho #1 - El fuego quema
Hecho #2 - El alcohol es un inflamador
Situación - Derramo cerveza sobre mi camisa mientras cocino barbacoa.

¿Qué crees que es lo más probable que ocurra? ¿Qué harías tú?

La falta de sentido común impide nuestro pensamiento crítico, nuestra habilidad de tomar decisiones correctas, y nuestra habilidad de predecir posibles peligros (por ejemplo, si me acerco demasiado a la barbacoa con una camisa empapada en cerveza, puede que se prenda en fuego), así somo las consecuencias de nuestras acciones.

Los científicos han hallado que el sentido común puede residir en el lóbulo frontal del cerebro, parte del llamado “sistema ejecutivo”, responsable por nuestro adecuado comportamiento social, planificación y toma de decisiones.


Las personas con daño cerebral en ésta área del cerebro (debido a un accidente o genética), tendrán dificultades para procesar datos y actuar ‘razonablemente’. También aquellos que se encuentran bajo sustancias psicotrópicas, alcohol o drogas.

La mayoría de nosotros tenemos cerebros sanos y, por ende, deberíamos poseer ésta habilidad. ¿Por qué, entonces, lo opuesto parece ser la norma hoy en día?

Parte del problema puede ser debido a nuestro apego a la tecnología.

Aunque pueda parecer trillado culpar a nuestros artefactos tecnológicos, estudios han demostrado que este apego funciona como una adicción que, con el tiempo, cambia la forma en que el cerebro trabaja y procesa la información.

En simples palabras, debido al sobreuso de nuestros artefactos digitales, nuestros cerebros se vuelven letárgicos, menos atentos a nuestro entorno, y más lentos en reaccionar.


Al mismo tiempo, nuestro a pego a la realidad virtual - través de las redes sociales, whatsapp, messenger, internet, streaming, juegos de vídeo, televisión, etc - pueden hacernos más desapegados de la realidad, es decir, de los eventos que ocurren en nuestro espacio-tiempo físico.

Esta desconección puede impedir nuestra capacidad de sopesar los peligros a nuestro alrededor, así como las consecuencias de acciones riesgosas, tales como usar nuestros celulares mientras conducimos o caminamos.


Después de todo, nuestros cerebros sólo pueden procesar una realidad a la vez.

Otra razón para la aparente reducción del sentido común en nuestras sociedades viene de la creciente tentación de forzar los límites y romper las reglas.

El desdén a las reglas y convenciones, y la prueba de nuestros límites es común durante la juventud, cuando estamos construyendo nuestro sentido del yo, y cuando nuestros cerebros aún están desarrollándose.

De hecho, el lóbulo frontal del cerebro no termina su desarrollo sino hasta cerca de los 24 años.

Es precisamente en éste rango etario cuando tienden a ocurrir la mayoría de los accidentes de ‘falta de sentido común’.

Programas de televisión como ‘Jackass’ y el uso difundido de redes sociales han ido de la mano con un incremento en acrobacias de alto riesgo, dando a los espectadores - mayormente jóvenes impresionables - la falsa impresión que el riesgo es mínimo y finalmente descartable.

Con el tiempo, éstos individuos se acostumbran a romper las reglas y realizar actos riesgosos porque, a pesar de todos los consejos por no hacerlos, sales ilesos una y otra vez.

Hasta que no ocurre así.


Otra causa para la falta de sentido común es la creciente isolación e individualización de nuestras sociedades.

El componente social del sentido común, como fuente y recipiente de sabiduría, es innegable. Por ello, un importante factor para la falta de sentido común reside en nuestro desapego de los contextos sociales tradicionales.

Si el individuo no está conectado con el grupo social en el que se encuentra, no podrá funcionar eficientemente en él.

Ser incapaz de leer las emociones de otros, carecer de habilidades sociales para trabajar en grupo, la inabilidad de empatizar o aceptar el punto de vista de otros, etc. todo esto puede impedir nuestra capacidad de leer las señales en nuestro ambiente, de actuar de manera eficaz y tomar las decisiones correctas.

Sin embargo, nunca se es demasiado jóven para aplicar el buen juicio.

“Tienes tanto sentido común que probablemente
harás lo correcto de manera instintiva.”
-De “Capturo el Castillo” por Dodie Smith.

Ciertas reglas de sentido común están directamente asociadas al entorno en donde vivimos.

Por ejemplo, quienes han vivido durante generaciones en un área con nieve poseen casi un sexto sentido de cómo cohabitar con tormentas de nieve, heladas y hielo, pero probablemente no sabrían cómo vivir en un área tropical, o qué hacer durante un monzón.

Esta diferencia de ‘conocimiento común’ también se transfiere a ciertos prejuicios culturales y conductas. Por ello, lo que es ‘obvio’ para una persona en cierta cultura puede no ser tan evidente para alguien extraño a ése ambiente.

Sin embargo, la mayoría de las reglas de sentido común son globables, aplicables sin importar la cultura, época histórica o ubicación geográfica.

Calvin & Hobbes por Bill Watterson
 

¿Podemos aprender a tener sentido común?

¡Por supuesto! El sentido común es una habilidad adquirida, pero aprenderla es un proceso que comienza desde una edad temprana.

Los padres y tutores proveen a los niños con lineamientos de comportamiento y consejos prácticos, tales como “no pongas las manos en el horno o te quemarás”, o “mira por donde caminas”, cada uno de éstos convirtiéndose en un pedazo de nuestro sentido común.

El no proveer a los niños con estos lineamientos básicos de comportamiento puede hacerlos más dados a accidentes, a problemas de adaptación social, y a errores asociados con una falta de sentido común.

Otras fuentes de sentido común en ésta etapa educativa incluyen cuentos de hadas y folklóricos, fábulas , dichos y proverbios, videos educacionales, lineamientos religiosos, sabiduría tradicional, etc.

Nuestras propias experiencias y las lecciones que sacamos de ellas también se transforman en bloques de construcción de nuestro sentido común. Con todos éstos elementos, cada uno de nosotros construye una ‘biblioteca de sentido común’ que nos ayuda a navegar en el día a día.

Algunas recomendaciones fáciles para desarrollar nuestro sentido común incluyen:

* Piensa antes de actuar, en vez de actuar de manera impulsiva y basado en emocionalidad pasajera.
* Escucha atentamente y considera lo que escuchas, en vez de preparar tu respuesta inmediata.
* Piensa antes de hablar, en vez de decir lo primero que te venga a la mente, lo cual puede que más tarde lamentes.
* Pónte en los zapatos de los demás, te da una perspectiva diferente de una situación y te ayuda a desarrollar tu empatía.
* Considera las consecuencias de tus actos, y sopesa todas las posibilidades antes de saltar a la acción.
* Presta atención a tu entorno y a las señales que te envía. Por ejemplo, si caminas texteando, puedes ser presa fácil de ladrones o peligros en el camino, y puedes convertirte en un obstáculo para otros peatones.

Ten consciencia de tu entorno

Todos podemos - ¡y debemos!- usar nuestro sentido común, especialmente en ciudades atestadas, donde compartimos espacios limitados con muchos otros, donde constantemente muchas cosas pasan al mismo tiempo, y donde necesitamos estar más alerta y conscientes de nosotros mismos y nuestro entorno.

El sentido común es necesario para llevarte bien con otros, para actuar de manera efectiva en sociedad, para protegernos de accidentes o peligros, para evitar problemas innecesarios y situaciones fácilmente prevenibles.

Afortunadamente, el sentido común no requiere una habilidad especial o una inteligencia superior, sólo atención y reflexión básica sobre hechos elementales, generalmente adquiridos en la infancia.

El sentido común es una herramienta accesible a todos, gratis y fácil de usar. Mientras más la usemos, más fácilmente se nos dará.

¿Por qué no empezar hoy?

Fuentes: Wikipedia, Psychology Today, La Guía 2000, CNN.

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