Albert Kahn - Visionario de la Cultura y la Paz Mundial

 

Así como los primeros años del 2000 trajeron una avalancha global de avances tecnológicos y científicos, las últimas décadas del siglo XIX y el comienzo del siglo XX atestiguaron algunos de los cambios más relevantes en ciencia, tecnología, geografía, política, y movimientos sociales.

Y aunque ahora los vemos como progreso beneficioso, ninguno de estos avances fueron adoptados en su momento sin dejar una serie de bajas detrás.

Trenes, puentes de acero, represas, barcos a vapor, rascacielos, el motor de combustión, electricidad, generadores, fábricas, automóviles, aeroplanos, el telégrafo, vacunas, producción en masa... cada nuevo avance adoptado en este breve período de tiempo remplazó tradiciones centenarias y costumbres llevadas por generaciones.

Inevitablemente, estos cambios tecnológicos azuzaron los conflictos erráticos y los vaivenes políticos alrededor del mundo - incluyendo el imperialismo, el nacionalismo, la revolución, y la globalización -, trayendo consigo un permanente cambio social.  

Un mayor nivel de alfabetización en la población, y el desarrollo de la imprenta mecánica, significó que las ideas eran compartidad y se difundían más rápido entre un mayor número de personas - muy similar a internet y las redes sociales hoy en día.

Los cambios sociales y culturales traídos por esta acelerada modernidad fracturaron el órden establecido de las cosas, creando rupturas en la trama social, las cuales pronto irrumpieron en revolución y guerra.

Frédéric Gadmer, París, Rue de Notre Dame des Champs, 1914.

Al ser un hombre educado y cosmopolita de fina sensibilidad, Albert Kahn estaba muy consciente de los cambios a su alrededor. Y aunque admiraba los logros científicos y tecnológicos y los adoptó con gusto, el paso acelerado del cambio también le causaba preocupación.

Kahn notaba que el mundo de su juventud y de sus ancestros estaba bajo amenaza de desaparecer para siempre, remplazado por la modernidad y la occidentalización. Pero más que un mero impulso nostálgico, estaba movido por un interés etnográfico.

Kahn apreciaba la rica diversidad cultural del mundo y deseaba preservar la originalidad del campo y de cada grupo étnico alrededor del mundo - la genuina naturaleza de cada región, sus tradiciones, sus culturas.

Además, Kahn creía firmemente que la paz y la coexistencia armoniosa en el mundo podía ser lograda a través del conocimiento profundo y el contacto personal y directo entre culturas.

Su ideal era acercar a las gentes, propiciando los intercambios culturales y la comunicación en un entorno de respeto, de forma que cada parte pudiera aprender sobre la otra, apreciar sus diferencias mutuas y así lograr acuerdos comunes.

Aunque hoy en día nos puede parecer imposiblemente idealista, la perspectiva de Kahn estaba enraizada en su educación y en las vicisitudes que sufrió de niño. 

Albert Kahn en el balcón de su banco, 1913.

Albert Kahn nació Abraham Kahn en 1860, en el seno de una familia judía comerciante de ganado, establecida en Alsacia. Para cuando Albert cumplió diez años, su madre murió, y ese mismo año comenzó la guerra Franco-Prusiana. Al término del conflicto, Alsacia fue anexada a Alemania.

Renuentes a convertirse en alemanes, la familia Kahn se mudó al noreste de Francia en 1872, y Abraham cambió su nombre a Albert.

Después de terminar sus estudios, Albert se mudó a París y trabajó de cajero en un banco, estudiando en las noches para obtener un título universitario. Después de su graduación en 1881, continuó trabajando en la banca, ascendiendo los escalafones de la firma mientras cultivaba conexiones culturales que satisfacían sus intereses intelectuales.

Para 1892, a la edad de 32 años y tras una mezcla de trabajo duro, sabiduría financiera, y buena fortuna, Kahn se convirtió en el principal asociado de una de las casa financieras más importantes de Europa, el Banco Goudchaux. Además de esto, se dice que forjó una gran fortuna a través de sus acciones en minas de diamantes en Sudáfrica.

Pero Kahn no era como los demás banqueros, y decidió dedicar mucho de su fortuna para hacer del mundo un lugar mejor.

El prado y la casa de Albert Kahn, 1914.

En 1893, Kahn comenzó a comprar varios lotes de tierra en el área Bolougne-Billancourt, en la periferia de París, y además de establecer ahí su residencia, comenzó la creación de lo que, con el correr de los años, se transformaría en los Jardines del Mundo.

Con su usual visión globalista, Kahn dividió el terreno para crear diferentes jardines con una variedad de especies botánicas que evocaran diferentes pares del mundo. 

Así, además de especies aisladas representando al Medio Oriente, India, y América del Sur, el terreno incluía un completo Jadín Japonés con un riachuelo, puente, y casa de té, un Jardín Inglés, un Jardín Francés, un Jardín de rosas, y un impresionante Jardín de Coníferas que recordaba la naturaleza de la Alsacia nativa de Kahn.

Auguste Léon, Paseo de rosas, 1911.
 
Auguste Léon, maples rojos, fachada principal de la casa de té en la Villa Japonesa, 1913.

Auguste Léon, Jardín Francés (Geranios), 1915.

El jardín era casi la declaración silenciosa de Kahn para probar que la diversidad del mundo podía coexistir e interactuar en paz y armonía en un solo lugar.

Además de los jardines, Kahn instaló en su propiedad un jardín de invierno, una sala de proyecciones, un garage, un estudio fotográfico, y una imprenta, en donde Kahn creaba boletines culturales especiales compartidos con amigos y conocidos.

En este entorno, Kahn invitaba a la elite social, cultural, artística, religiosa, científica y política, incluyendo a embajadores y Premios Nóbel, de forma de conocerse e intercambiar ideas, fraternizando en cenas, conferencias, lecturas, exhibiciones, y proyecciones. 

Kahn estaba decidido a probar su teoría de que la armonía y el entendimiento mutuo podían lograrse através del conocimiento y la comunicación personal.  

Albert Kahn con el Príncipe y la Princesa Kitashirakawa en su villa, 1923.

Pero la pasión del Kahn por el avance de la ciencia y el conocimiento no se detuvo ahí. Además financió el primer centro de medicina preventiva, el primer laboratorio de imágenes biológicas, y fundó numerosas fundaciones universitarias.

En 1898 Kahn estableció una Beca de Viaje en la Universidad de París, la Burse autour du monde. La innovadora subvención estaba abierta a hombres y mujeres (una novedad en ésa época), Franceses o extranjeros, permitiendo al estudiante y futuro profesor viajar a un destino en el mundo con todos los gastos pagos por un año. A cambio, Kahn sólo requería recibir un reporte detallado del viaje.

La meta de esta beca era propiciar el intercambio cultural internacional, impregnando al recipiente con una cultura foránea, experimentando personalmente otras formas de vivir y pensar, de forma de transferirlas a sus enseñanzas y así fomentar un mejor entendimiento global.

Kahn notó que la mayoría de los maestros salían directamente de la universidad a las aulas, demasiado jóvenes y sin haber experimentado la vida. Kahn creía firmemente que exponiéndolos a nuevas experiencias, nuevas culturas y ambientes, serían mejores profesores.

Cientos se benficiaron de la beca de Kahn, y no podemos saber a ciencia cierta cuántos niños se beneficiaron de las experiencias internacionales de sus maestros.  

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Kahn, las tensiones socio políticas en el mundo continuaban aumentando.

Albert Kahn (extrema derecha) en China, 1908.

En 1908, Kahn se embarcó en un viaje con un amigo y su chofer, Alfred Dueterte, en un viaje alrededor del mundo, a modo de Julio Verne. El viaje comenzó en Francia y visitó Nueva York, Niágara, Chicago, San Francisco, Honolulu, Japón, Shangai, y Pekín.

Durante el viaje, Kahn utilizó la habilidad de Dueterte con la manivela del automóvil para operar una cámara de filmación, también tomando fotografías estereoscópicas y grabando sonidos usando cilindros de cera.

De vuelta en Francia, Kahn compartió sus memorias recolectadas con amigos y cercanos, y poco a poco un proyecto comenzó a tomar forma en su mente. La fotografía podía ser el medio perfecto para preservar las gentes y lugares del mundo que estaban desapareciendo.

Sin embargo, Kahn decidió que las imágenes en blanco y negro no llegaban a transmitir toda la belleza y riqueza de cada lugar.

Así, a pesar de los altos costos, se volvió hacia dos inventos recientes de los hermanos Lumiére: el Autochrome -la primer técnica industrial para fotografías a color, patentado en 1907-, y las cámaras de filmación. 

Armados con éste equipo de última generación, y después de un rápido entrenamiento en las complejidades de la realización y proceso fotográfico, en 1910 los fotógrafos de Kahn fueron enviados a capturar el mundo tal como era, de forma de preservarlo para la posteridad.

El proyecto Archivos del Planeta había nacido.

Auguste Léon, Suiza, Rue de la Samaritaine, 1912.

De forma de prover a este esfuerzo con la requerida credibilidad científica, Kahn contrató al geógrafo Jean Bruhnes como director del proyecto, y envió a una docena de fotógrafos (llamados Operadores) a más de cincuenta lugares através del planeta, para documentar la vida y la cultura de cada uno: la gente, sus trajes típicos, la arquitectura, las costumbres, el paisaje.

A diferencia de la mayor parte de la fotografía realizada en ésa época, el concepto detrás de los Archivos del Planeta no era lograr imágenes idealizadas, sino capturar el mundo tal como era - mostrar sus cotidianidad y la esencia que hacía diferente y especial a cada lugar y cultura.

Por ésta razón, muchas de las imágenes contenidas en el archivo pueden parecernos aburridas, incluso de aficionados. Sin embargo, el valor de éstas reside en su honestidad, encapsulando la originalidad de un tiempo y lugar exactamente como era antes de desaparecer.

Stéphane Passet, China, Moukdén, calle de los joyeros, 1912.

Jean Bruhnes le infundió al proyecto rigor científico, realizando peticiones específicas a los operadores de cámara, quienes trataban de alcanzarlas en cuanto podían.

Sin embargo, con el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, el naciente proyecto tuvo que tomar una pausa. Pero la pasión de Kahn por la documentación permaneció. 

Así, logró un acuerdo con la milicia francesa para trabajar con ellos, capturando retratos íntimos de la vida diaria en la Francia de la guerra, y la lucha de la gente por sobrevivir.

Despuès de la guerra, el proyecto Archivos del Planeta continuó, documentando los cambios traidos por el conflicto.

Frédéric Gadmer, Misión a las regiones devastadas por la guerra, Casa nueva, 1920.

Auguste Léon, los hijos de Keishihiro Matsui, 1917.

Japón, Suecia, Noruega, Rusia, China, Mongolia, Siam, Turquía, Palestina, Grecia, Egipto, México, Canadá, los Estados Unidos...los fotógrafos de Kahn viajaron a los cinco continentes agrandando el archivo visual con imágenes de gente, culturas, y lugares nunca antes vistos.

De regreso en Francia, Kahn organizó reuniones culturales en su residencia, mostrando las impresionantes fotografías a color de lugares exóticos, esparciendo su visión de que la aproximación cultural y el intercambio podrían salvar todas las diferencias humanas. 

Auguste Léon, Sweden, Uppsala, Tres mujeres en trajes típicos, 1910.
 
Frédéric Gadmer, Siria, Tell-Es-Shehab, joven novia, su esposo, y su prima, 1921.
 
Roger Dumas, India, fumadores de pipa de agua (Houka), 1927.

Lamentablemente, la Gran Depresión de 1929 desafió incluso la experiencia financiera de Kahn, y en un par de años lo dejó en la bancarrota.

El proyecto Archivos del Planeta hubo de ser terminado.

Las reuniones culturales, las visitas de la elite, las reuniones sociales - todas cesaron abruptamente.

Acosado por las deudas, Kahn fue forzado a vender su colección de arte, sus esculturas, su mobiliario. Poco a poco sus bienes fueron disminuyendo, e incluso su propia residencia fue puesta en arriendo. Sin embargo, Kahn siguió allí, viviendo en una sola habitación.

Aunque su propiedad y los jardines circundantes fueron expropiados, Kahn llegó a un acuerdo con el alcalde y se le permitió permanecer en su hogar y dar paseos por los jardines, ahora propiedad del Estado.

Albert Kahn murió ahí en 1940, aún esperanzado de reconstruir su fortuna y viajar nuevamente por el mundo.

Roger Dumas, France, Najac, Vista de las calles de Najac hacia el castillo, 1922.

Pero su legado permanecía vivo en los Archivos del Planeta, un proyecto incomparable. 
 
Después de más de 22 años de viajes, el Archivo recolectó 40,000 imágenes en blanco y negro, 72,000 placas de color conocidas - la colección de fotografías Autochromes más grande del mundo-, y 183,000 metros de película, para más de 120 horas de proyección documentando la vida en cinco continentes.

Pero más allá de los impresionantes números, la documentación del proyecto de Kahn es invaluable en su logro científico e histórico de preservar un mundo desvaneciente para la posteridad, y como un archivo de geografía humana.

Los Archivos del Planeta lograron así los propósitos de Kahn de preservar el mundo que se desvanecía a finales de siglo, y diseminar el conocimiento cultural a través de las imágenes y las películas.

Frédéric Gadmer, Francia, Saint Flour, una carreta de heno tirado por dos vacas, 1916.

Hoy en día damos por sentados los viajes internacionales y la globalización. La cultura occidental se puede encontrar en todas partes del mundo y, después de verlos en incontables fotografías, videos, películas y documentales, no lugar en el mundo nos parece demasiado exótico. 

Los viajes estudiantiles al extranjero y los intercambios culturales son comúnes, sus beneficios habiendo siedo probados por décadas. El mundo nunca fue más pequeño ni mejor conectado. 

Un mundo extremadamente lejano al de Albert Kahn, y sin embargo heredero de su visión.

Stéphane Passet, France, Saint-Floret, La place du Pont, 1911.

Mucho se ha especulado acerca de las razones de Kahn para el extravagante uso de su fortuna. Algunos apuntan a algún remordimiento secreto por pertenecer a la “clase opresora” por ser un banquero. Otros lo ven sólo como las acciones generosas nacidas de su naturaleza humanitaria.

Cualquiera sea la razón que decidamos creer, una cosa es cierta: Albert Kahn fue un producto del siglo XIX: optimista, aventurero, idealista, enraizado en la moral y los valores tradicionales, firmemente convencido de la bondad en la naturaleza humana - y sus ideales sólo reflejan el espíritu de esa era.

Los Jardines del Mundo de Kahn sobreviven hasta hoy y están abiertos al público. 

Aunque una parte hubo de ser rediseñada a traves de los años, se mantiene casi como fue concebido, recibiendo a visitantes que llegan a pasean por sus terrenos para experimentar la visión de Kahn de paz y armonía en el mundo.

Video: Musée Albert Kahn - Boulogne-Billancourt (2:48)
https://www.youtu.be/03p5yZ2WAJY


Además, el Museo Albert Kahn preserva los Archivos del Planeta, y continúa diseminando la visión de Kahn a través de exhibiciones, proyecciones, charlas y conferencias.

A más de un siglo de que los excéntricos proyectos de la Beca de Viaje y los Archivos del Planeta comenzaran, podemos afirmar que el mundo es un mejor lugar gracias a la visión y emprendimiento filantrópico de Albert Kahn

Para Saber Más 

* Después de años de laboriosa digitalización, la colección completa de Autochromes de los Archivos del Planeta están disponibles para el público. En su sitio web oficial (sólo en francés) pueden buscar por tema, ubicación, fotógrafo, e incluso bajar las imágenes para uso personal no-comercial.
https://collections.albert-kahn.hauts-de-seine.fr/?page=accueil

* ¿Curiosos por las películas de Albert Kahn? Pueden ver varias de ellas aquí (sólo en francés):
https://www.dailymotion.com/collections-albert-kahn/videos

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Fuentes: Francecultures.fr, Musée Albert Kahn, Collections Albert Kahn, Museemagazine.com, L’insaisissable Albert Kahn, Francetvinfo.fr.

 

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