Duna - Tres Visiones
Las obras de arte y literatura notables pueden ser reinterpretadas en el tiempo, permitiendo al público de diferentes épocas y generaciones verse reflejados en sus aguas. Las buenas reinterpretaciones inyectan nueva vida a las obras que, de otra forma, se marchitarían y desaparecerían con el tiempo, convirtiéndose así en clásicos atemporales.
Pero tan tentador como lo es plasmar la visión actual en una obra anterior para hacerla más accesible a la audiencia, la esencia original de la obra debe dejarse intacta, para no alterar su naturaleza misma.
Inicialmente inspirado por una investigación ecológica - un tema que permanece fuertemente presente en la novela final-, Frank Herbert desarrolló la historia de Dune hilando una cuidadosa trama política, tomando prestado de culturas del medio oriente, y añadiendo matices místicos y religiosos.
Publicada por primera vez en 1965 como un serial durante el punto álgido de la guerra fría, Frank Herbert la re-escribió y volvió a publicar en un solo volúmen.“Dune” se convirtió en un fenómeno de culto casi instantáneo, y permaneció una meta elusiva para los cineastas por décadas.
Considerada “imposible de filmar”, fue evitada por afamados directores de todo el mundo. Nadie parecía interesado en aceptar el desafío de llevar la monumental visión de conflicto interplanetario, revolución, y guerra mesiánica a la pantalla.
Hasta que David Lynch recogió la vara en 1980.
Cuando fue estrenada en 1984, la versión cinematográfica de David Lynch era perfecta para una década que se deleitaba con la excentricidad, la cultura pop, la extravagancia y el exceso.
Desde el anuncio del comienzo de su filmación, el guión fuertemente editado para fundir varios libros en una sola película, y la tortuosa producción que llevó a la quiebra al estudio De Laurentiis, el épico de David Lynch confrontó oleadas de adversidad y críticas que no terminaron con su estreno.
Sin embargo, a pesar de ser una película tan vilipendiada en su época, en términos de atmósfera dramática sigue siendo tal vez la más fiel a la visión del libro de Herbert.
También hay que hacer notar que, a diferencia del moderno CGI y las tecnologías digitales, todos los efectos visuales de esta película fueron realizados a mano, cuadro a cuadro, manipulando miles de metros de celuloide, todo lo cual requirió de una enorme habilidad y especialización.
El uso de voz en off -un recurso considerado ‘vulgar’ por muchos críticos de cine- funciona sorprendentemente bien en esta película en particular, otorgando importantes perspicacias a los personajes en escenas clave, tales como la prueba del gom jabbar.
Famoso por su uso de criaturas extrañas y una intensa paleta de colores - después de todo, estudió pintura- la visión de Lynch llena todas las esquinas de la pantalla, sin dejar detalle alguno a la imaginación.
Desde el trono del Emperador Padishah hasta los tambores Fremen, cada objeto grande o pequeño populando ésta película nos recuerda que estamos en un planeta diferente, en un Universo distante.
Uno de los aciertos de la versión de Lynch es la atmósfera claramente diferente que crea para cada uno de los planetas en el libro.
Caladan es orgánica, permanentemente cubierta de lluvia, y la casa Atreides tiene una estética Victoriana futurista que es un verdadero precursor del Steampunk. Geidi Prime es tan hostil, metálico, y sombrío como la casa Harkonnen. Como contraparte de Caladan, Arrakis también es orgánica, pero árida, salvaje y peligrosa.
Los detractores de la película de Lynch reclaman que muy pocas escenas muestran el planeta desierto, con la mayoría de las escenas filmadas en estudio.
Aunque parte de esto es intencional -solo los Fremen se atreven a estar en el desierto abierto, y el Duque Atreides y su corte se mantendrían a cubierto del mortal sol y calor durante el día-, también había una razón práctica para ello.
Contando con un presupuesto fuertemente reducido, Lynch tuvo que rodar las escenas del desierto en un vertedero reconvertido en las afueras de la Ciudad de México.
Aunque la locación fue rellenada con toneladas de arena y declarada segura, el reparto y el equipo de filmación enfermaron continuamente, hasta que la filmación hubo de ser cancelada.
Lynch utilizó en la película casi todo lo que logró filmar, pero incluso él mismo lamentó la falta de verdaderas dunas en la película.
Sin embargo, incluso los detractores de la película alabaron sus diseños de decorados y vestuario. El diseño de Bob Ringwood de los trajes Fremen (stillsuit) era una de las grandes expectativas antes del estreno de la película, y fue tan exitoso que pocos cambios le fueron hechos en la versión de 2021.
Del mismo modo, los gusanos gigantes creados por Carlo Rambaldi encarnaron perfectamente a uno de los personajes principales de la historia, y continúan siendo el paragón contra el cual todas las demás versiones se comparan hasta el día de hoy.
Haciendo su debut cinematográfico a la edad de 19 años, Kyle MacLachlan encarnó el ideal de Paul Atreides para la generación MTV, mientras que Jürgen Prochnow estampó una imágen inborrable como el Duque Leto.
Pero tal vez el personaje que la mayoría de la gente recuerda es el del Barón Harkonnen, personificado por Kenneth McMillan. Un psicópata histérico, deforme, y asqueroso, definió cómo debía ser el personaje para toda una generación de cinéfilos.
Las audiencias contemporáneas que ven la película de Lynch puede que encuentren las actuaciones acartonadas y con exceso de diálogos, y puede que consideren los efectos especiales como caricaturescos, pero el ritmo de la historia y los claros giros dramáticos -puntuados por una banda musical atmosférica- mantienen a la audiencia interesada y trae a la vida a la épica historia de Herbert con adecuado realismo.
“Duna de Frank Herbert” (2000) fue un ambicioso intento de presentar la versión más completa y definitiva de la novela culto de Herbert en su forma más completa hasta la fecha.
En vez de limitarse a una sola película, esta versión fue presentada como una mini serie, con la idea de cubrir varios libros de la saga.
Una producción internacional que incluía a Estados Unidos, Canadá y Alemania, filmada en estudios italianos, y con actores británicos, norteamericanos y de Europa del Este en los roles principales, esta versión tiene un marcado sabor europeo que contribuye a su estética y a su carácter indefinible.
Aunque no es una traducción directa del libro a la pantalla, esta adaptación libre logra preservar sus puntos dramáticos más importantes y cuenta la historia - aunque el resultado varía dependiendo a quién se le pregunte.
Conscientes de la gigantezca tarea de retratar los albores de una revolución mesiánica, el foco principal de su guión está en el tema más manejable de las intrigas políticas entre las casas.
Así “Duna de Frank Herbert” se siente más como un thriller de ciencia ficción antes que el épico drama espacial propuesto por David Lynch.
A pesar del formato más reducido, la producción no tomó atajos para dotar a esta versión con lo último en efectos especiales, así como fastuosos diseños de decorados y vestuario.
Sin embargo, pocas escenas fueron rodadas en exteriores, e incluso los paisajes generados por computador no logran aliviar en sentimiento general de claustrofobia.
Una de las fortalezas de esta producción reside en su originalidad. Alejándose de la visión de Lynch, “Duna de Frank Herbert” hace un esfuerzo consciente de llenar la pantalla con ambientes fantásticos llenos de extravagancia y colores brillantes.
Y aunque algunos de los decorados lucen como un cruce entre “Viaje a las Estrellas” y “La Guerra de las Galaxias”, otros logran representar ambientes más relacionados con la Fantasía que con las típicas óperas galácticas.
Tal vez uno de sus giros más interesantes a las expectativas es la caracterización del Barón Harkonnen.
En vez del maniático y deforme Barón de la versión de Lynch, "Duna de Frank Herbert" nos presenta a un Barón elegante, sibarítico y susurrante, que habla en verso.
En línea con esta visión, “Duna de Frank Herbert” también se aleja de la hermandad de las Bene Gesserit y en cambio incorpora a la Princesa Irulan desde temprano en la historia, explorando su personaje con más atención que ninguna otra versión antes o después.
William Hurt es presentado como la estrella principal y provee una actuación adecuada como el Duque Leto, pero Saskia Reeves como Lady Jessica no logra darle calidez o carácter a su personaje. Sin embargo, probablemente la elección de reparto más inexplicable sea la de Alec Newman como Paul Atreides.
Luciendo mucho mayor que sus 25 años, no logra retratar de manera convincente la ansiedad adolescente de su personaje, disminuyendo grandemente el impacto de su progresión de muchacho a hombre, escencial en la historia.
Editada como una serie de televisión, el ritmo de las escenas es rápido y sin dejar espacio para ahondar en los eventos o acciones presentados. Al final, incluso la riqueza visual no logra seducir a la audiencia,y la producción se mantiene elusiva, incapaz de comunicar los giros emocionales y la multidimensionalidad de la historia.
Odiada por algunos y defendida por otros como la mejor adaptación de Duna jamás hecha, “Duna de Frank Herbert” es sin embargo un esfuerzo loable que provee una visión alternativa al mundo imaginado por Frank Herbert.
Habiendo ganado alabanzas por “Blade Runner 2049", el proyecto “Duna” de Denis Villeneuve cosechó considerable expectación entre los fanáticos del libro y de la película de David Lynch.
Sin embargo, a pesar de la fastuosa producción, el reparto estelar, hermosa cinematografía, y los más modernos recursos tecnológicos disponibles, esta versión de 2021 se siente insípida y no logra entregar la complejidad emocional y el impacto visual de la ópera estelar de Frank Herbert.
Parte de ésto puede radicar en la declarada admiración de Villeneuve por el libro. Pero en vez de alentar su imaginación de director, Villeneuve parece amilanado por la tarea de adaptar a película una pieza de culto de la ciencia ficción.
En vez de entregarnos con mundos diferentes y fantásticos, Villeneuve se mantiene fuertemente anclado a los paisajes y referencias terrestres.
Corridas de toros, palmeras, gaitas escocesas, una solicitud de café, y una banda sonora que evoca sonidos tribales de África y el Medio Oriente, muy poco de esta película nos hace sentir que en verdad estamos en otro planeta. Y cuando lo hace, tal vez es en Tatooine.
De hecho, la comparación con la franquicia de “La Guerra de las Galaxias” es casi inevitable, desde el diseño de escenografía y vestuario hasta un guiño a la escena del ocaso binario, y la elección de Oscar Isaac como Duque Leto.
La intención de incorporar más mujeres y mayor diversidad racial en la historia - el Dr. Kynes, personificado en todas las anteriores versiones por actores blancos, ahora es interpretado por la actriz negra Sharon Duncan-Brewster, con mucha mayor relevancia en la historia- es digna de ser mencionada.
Incluso en rol de Lady Jessica es aumentado, mostrándola como una líder fuerte en vez de la figura femenina sumisa de las versiones previas. Sin embargo, esto con frecuencia la hace ver como una figura más imponente que la de Paul, haciéndole sombra en la que debería ser ‘su’ historia.
Aparte de ser una declaración políticamente correcta, estas elecciones de reparto añaden poco al producto final, pero sin duda son apreciadas por la generación hacia la cual se dirige esta película.
La incorporación de diferentes lenguajes es otro elemento de diversidad que añade una dimensión adicional de interés al relato, pero lamentablemente no es usada lo suficientemente amplia o consistentemente como para hacerla más que un detalle exótico.
Timothée Chalamet es físicamente perfecto como Paul Atreides. Pero bien debido al guión o a la dirección, su sutil actuación se diluye, y rara vez sale del molde de adolescente taciturno. Ninguno de los dramáticos cambios agitando su mundo parecen conmoverlo, cambiarlo, o dejar huella alguna en él. No vemos su progresión de príncipe mimado a líder renegado de una revolución.
Otro cambio importante es la caracterización del Barón Harkonnen. En vez del vociferante Barón de la versión de Lynch, o del sibarita de “Duna de Frank Herbert”, Villeneuve nos entrega una figura siniestra, calva y murmurante, probablemente buscando capitalizar en nuestro temor a lo que no podemos ver, tal como lo hizo Marlon Brando en “El Padrino”. Sin embargo, su nivel de amenaza es tan sutil que no logra dejar una impresión.
La “Duna” de Vileneuve está dividida en tres películas, con la intención de ser lo más fiel posible al libro. Con dos horas y media de duración, deberia ser tiempo suficiente para contar una historia detallada, pero el ritmo de la película - editada como una mini serie, con pocos puntos dramáticos para dirigir a la audiencia a través del arco dramático- se arrastra tan lentamente como un gusano en la arena.
Además, las constantes inclusiones de las visiones de Paul (en cámara lenta) solo contribuyen a ralentizar aún más la historia.
La paleta de colores elegida por Villeneuve es limitada, reducida a dorado, gris, y tonos arena para las escenas en Arrakis, y gris, negro y blanco para el resto. Esta sobriedad intencional es al mismo tiempo elegante y aburrida, y es un concepto que abarca toda la película, desde los diálogos de los personajes hasta la banda sonora, llevando a la audiencia a un trance intencional - o a un adormecimiento.
En el universo de Villeneuve no existe falta de espacio. Sin importar el planeta en que se encuentren, los personajes son empequeñecidos y tragados por escenografías gigantezcas y mayormente vacías. Este vacío, la reducida gama de colores, y la falta de emociones vívidas crean una atmósfera de lejanía.
Pero la distancia emocional que era apropiada para “Blade Runner 2049" y “Arrival”, se vuelve en contra de los matices emocionales de esta historia, sepultándolos en vez de hacerlos accesibles a la audiencia.
En su segunda parte, "Dune Parte Dos" (2024), Villeneuve nos presenta una historia más balanceada en su visión progresista, más enfocada en el ascenso de Paul como el renuente mesías de las profecías.
La exploración de las distintas redes de conspiración en la trama es mucho más evidente que en su primera parte, e incluso más que en las versiones anteriores, otorgándole una profundidad cercana al material original.
Sin embargo, a pesar de su extensión (2 horas y 45 min.) y su galopante progresión, la película omite detalles importantes dentro de la historia y reduce el clímax de escenas cruciales, lo cual demuestra que la novela de Frank Herbert todavía requiere ser leída para ser comprendida en su totalidad.
A pesar de ello, "Dune Parte Dos" cautiva por su cuidada puesta en escena, su música, su fotografía, y sus estelares actuaciones, y es un logrado segundo acto a la espera de su descenlace final.
¿Eres un fanático de las películas? Entonces probablemente te gustarán estas 15 Cosas Que no Sabías de la Realización de “Duna” (1984) (sólo en inglés)
https://inktank.fi/15-little-known-facts-about-the-making-of-dune/
Para saber más acerca de los libros de la saga Duna, visita su página oficial
https://dunenovels.com/
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