Maxfield Parrish: Maestro de Paisajes de Ensueño


Considerado como uno de los artistas más relevantes de su generación, Maxfiel Parrish ayudó a definir la Era Dorada de la Ilustración en Estados Unidos, creando algunas de las imágenes más reconocibles y populares en la historia de la ilustración y las artes gráficas, en una exitosa carrera que se extendió por más de seis décadas.

Creador de su propia técnica de pintura -inspirada por las técnicas de los artistas del renacimiento y refinada a través de décadas de experimentación propia-, Maxfield Parrish bebió de múltiples fuentes artísticas durante su entrenamiento, siendo influenciado mayormente por los Pre-Rafaelistas, el Romanticismo europeo, la Escuela del Hudson, e ilustradores victorianos como Arthur Rackham y Hugh Thompson. 

Sin embargo, Parrish supo adaptar su estilo a las diferentes épocas que transitó. 

Artista prolífico, Maxfield Parrish realizó más de 900 obras en diversos formatos, e incursionó en todos los ámbitos del arte pictórico, desde el muralismo y el arte comercial, pasando por las ilustraciones para libros infantiles, las portadas de revistas y el arte formal, convirtiéndolo en uno de los artistas visuales más reproducidos y reconocidos en todo el mundo. 

Su singular visión artística marcó una estética y un estilo único que aún hoy en día, a más de un siglo de creadas, inspira a nuevas generaciones de artistas.
 
“Land of Make Believe” (1912)

Nacido en 1870, Parrish exhibió su talento para el dibujo a temprana edad, el cual fue fomentado y nutrido por su padre - Stephen Parrish, grabador y pintor- con una educación enfocada en los cánones clásicos de la pintura y la arquitectura.

Entre 1884 y 1886, cuando Parrish todavía era un adolescente, viajó con sus padres a Europa, visitando Inglaterra, Italia y Francia. Parrish no sólo visitó todos los grandes museos y monumentos arquitectónicos, sino que también tomó clases de pintura en París en la afamada escuela del Dr. Kornemann.  

En 1888, a la edad de 18 años, Parrish entró al Haverford College donde estudió arquitectura por dos años. Esta formación marcaría para siempre su estilo e influenciaría el resto de su carrera artística.

De 1892 a 1895, Parrish continuó su educación artística en la Pennsylvania Academy of Fine Arts, donde estudió bajo el alero de artistas como Robert Vonnoh y Thomas Pollock Anshutz. 

Al graduarse, Parrish regresó a Massachusetts donde compartió un estudio de pintura con su padre. Sin embargo, un año después ingresó al Drexel Institute of Art, Science & Industry, donde continuó sus estudios pictóricos con el insigne artista Homer Pyle.  

Fiel a su extensa formación artística, la obra de Parrish está cimentada en un cuidado trabajo de dibujo, una composición geométrica de proporciones áureas, una fina precisión arquitectónica, y un osado uso del color y el contraste.

De izq. a der.: W. A. Bouguereau, Lawrence Alma-Tadema, 
Alphonse Mucha, Arthur Rackham, Hugh Thomson.

La era Victoriana fue una época fecunda para las artes, influenciada por la Revolución Industrial, el Art Nouveau, y el avance del Imperio Británico a través del mundo. 

Los temas más populares en el arte de comienzos del siglo XX eran aquellos que retrataban los ideales y las aspiraciones de la época: el exotismo de tierras lejanas, los temas históricos de la antigüedad, los grandes clásicos helénicos o bien las obras de Shakespeare. Al mismo tiempo, la estética romántica de la época favorecía los cánones clásicos, y una idealización de los temas representados.

El gusto popular favoreció ésta estética clásica y romántica hasta finales de la Primera Guerra Mundial. 

Bajo esta influencia es fácil ver cómo y por qué en sus inicios la obra de Parrish favorecía las figuras de perfil, y más tarde cambiaría a las escenas con alto contraste, con una predilección por una iluminación oblicua, los amaneceres, atardeceres, etc. 

Además de su evidente atractivo estético, éstas características hacían que éstas imágenes pudiesen ser reproducidas más fácilmente con las técnicas de impresión disponibles para la época.

La carrera de Parrish comenzó formalmente cuando en 1894, aún como estudiante, le fue comisionada la creación de un mural para la Universidad de Pensilvania. 

Éste trabajo le abrió las puertas a comisiones dentro del ámbito editorial, creando la portada de Abril de la revista Harpers. A este trabajo le siguieron ilustraciones para otras reconocidas revistas de la época, tales como Scribners, The Century, y Colliers.

Portadas de revistas para Harper’s (1896), Scribner (1897), The Century (1897), Life (1899) 

En 1897, Parrish ilustró el libro infantil “Mamá Gansa” escrito en prosa por Frank L. Baum (autor de El Mago de Oz), y continuó añadiendo diversas comisiones editoriales a su cartera de trabajos. 

Sin embargo, en 1903 su fascinación por el viejo continente lo llevó a pasar una temporada en Italia, en donde realizó varias pinturas y recopiló una cantidad importante de bocetos que luego utilizaría para sus obras. 

En 1904, a su regreso a Estados Unidos, Parrish recibió un inusitado contrato de la revista Collier para trabajar con ellos de manera exclusiva por 6 años, un importante voto de confianza en su calidad artística y su popularidad comercial. 

Al mismo tiempo, Parrish continuó trabajando en otros proyectos no editoriales.

Mural "Old King Cole"

En 1905, John Jacob Astor comisionó a Parrish un mural para el Hotel Knickerbocker de su propiedad, con la inusual petición de que su temática debía ser el poema infantil Old King Cole y que debía incluir a Astor como el rey en las imágenes. 

Después de dudarlo un poco, Parrish aceptó el encargo, y aunque en 1932 el Hotel Knickerbocker fue demolido, el mural fue rescatado y aún puede verse en el bar del Hotel St. Regis en Nueva York.  

En 1906 Parrish recibió una comisión para crear un mural en el Hotel Palace de San Francisco como parte del esfuerzo de reconstrucción luego del gran terremoto e incendios de ese año. Dicha obra estaría destinada al bar del hotel, con una dimensión de 16 pies de longitud. 

El resultado final, The Pied Piper, fue develado en 1909 y aún puede verse hoy en día.

Mural "The Pied Piper" (1909)

En 1909, Gertrude Vanderbilt Whitney comisionó a Parrish una serie de murales para su hogar, que luego comisionó para su estudio. Para entonces Parrish estaba tan ocupado que sólo pudo comenzar los trabajos en 1914. 

En total, el artista creó cuatro murales, de los cuales The North Wall es el mayor y más logrado, evidenciando una gran influencia teatral en su composición. 

Mural "The North Wall"

En 1910 a Parrish le fue comisionado otro mural dividido en 18 paneles para decorar la Sala de Almuerzo Femenino en el edificio de la compañía Curtis Publishing. La envergadura del proyecto significó que Parrish tardó 6 años en completarlo. 

Sin embargo, aún antes de que Parrish lo hubiese terminado, en 1914 Curtis Publishing le encargó otro proyecto: un mural para el lobby del edificio. 

El resultado, The Dream Garden, aún hoy puede ser admirado como parte de la colección de la Academia de Bellas Artes de Pensilvania. 

Mural "The Dream Garden"

Continuando con su buena racha, en 1915 la compañía de chocolates Crane comisionó a Parrish el diseño e ilustración de una caja de dulces. Éste encargo no sólo ayudó a popularizar aún más el trabajo de Parrish entre el público masivo, sino que también le abrió las puertas del arte comercial.

A partir de ésta época Parrish realizó ilustraciones para portadas de revistas, ilustraciones para libros infantiles y de otras temáticas, programas y telones para teatros, anuncios y posters para diversas compañías e instituciones como Colgate, Oneida, Wanamaker y la Cruz Roja, entre muchos otros. 

“The Golden Age” (1900), “Grape Gatherer” (1904), “Poems of Childhood” (1904), 
Telón teatral (1916)

Después de la Primera Guerra mundial podemos ver un sutil pero importante cambio en la obra de Parrish, más influenciada por el Art Deco y más alejada del romanticismo victoriano. 

Es en ésta época cuando Parrish produce la que sería su obra más famosa y reproducida: "Daybreak" (Amanecer).

"Daybreak" (1922)

En 1918 Parrish recibió la primera comisión de parte de la compañía Edison Mazda División de Lámparas General Electric para crear una serie de imágenes que serían reproducidas en calendarios, anuncios, y varios otros materiales promocionales. 

Su tema en común sería la luz, sus múltiples facetas y su historia, desde los fenómenos naturales hasta el descubrimiento de la electricidad. 

Daybreak, creada en 1922 como parte de ésta comisión alcanzó un impresionante tiraje. Se estimaba que una de cada cinco familias en Estados Unidos tenían el calendario de la compañía con la imágen creada por Parrish. 

Parrish desbordó todo su talento en tan inspirador tema, creando docenas de imágenes, tales como  hasta el término de esta comisión en 1932.

La serie de imágenes para Edison Mazda se convirtió en una de las más reproducidas en la historia, llevando el arte de Parrish al público masivo, y aún hoy en día son considerados artículos de colección altamente codiciados. 

"Dawn” (1918), “The lamp seller of Baghdad” (1923), “Venetian lamplighters” (1924), “Enchantment” (1925), “Contentment” (1928), “Ecstasy” (1930) 

De carácter tranquilo y paciente, Parrish prefería usar a amigos y familiares como modelos pues consideraba que éstos capturaban el espíritu de inocencia que deseaba transmitir.

Como parte de su técnica pictórica, Parrish con frecuencia utilizaba fotografías de sus modelos proyectadas sobre la tela o la superficie de sus murales. Esto le otorgaba un realismo fotográfico a sus obras y le permitía lograr efectos especiales, como texturas y patrones textiles trabajados como mosaicos. 

Lor formatos medianos y grandes de sus obras le permitían a Parrish alcanzar un fino nivel de detalle, que él dsearrolló con gran precisión.

Esta pasión por el detalle lo llevó incluso a crear maquetas de montañas y castillos como referencia para sus pinturas.

Más tarde Parrish incluso trabajó sus obras como collages, cortando y pegando figuras sobre la tela, jugando con la profundidad de campos y la perspectiva. 

“The Knave” (1925)

Parrish siempre aplicó los principios de Simetría Dinámica de Jay Hambidge a sus creaciones, y declaró que, “realizo el esquema de cada pintura sobre la base de la 'simetría dinámica' o la proporción matemática que los antiguos griegos y egipcios encontraban atractiva a la vista. Así, usando 'rectángulos dinámicos' y 'cuadrados rotatorios'... diseño las dimensiones de mis imágenes y las pongo en bloque, ubicando el horizonte justo en el lugar correcto.”

Sin embargo, tal vez la característica más notable de la obra de Parrish es su uso del color, en particular del tono de azul que lleva su nombre, el “azul Parrish”. 

“Water led in on a field of alfalfa” (1902), "Egyptian sculptor" (1903), "The Lantern Bearers" (1908), póster para la Cruz Roja (1918)

Este no es un color en sí mismo sino la vibración visual del azul cobalto a través de múltiples capas de barniz aplicadas por Parrish durante la elaboración de sus pinturas, una técnica creada por él mismo a través de la experimentación, que comenzaba con una preparación del soporte e incluía sucesivas capas de barniz entre aplicaciones de color. 

Ésto le otorga a sus obras su particular luminosidad dorada y abrillanta los demás colores. 

La intensidad de los tonos en la obra de Parrish -en particular los azules- se convirtió en su más distintiva característica. Y aunque las técnicas litográficas de reproducción limitaban su uso de colores, Parrish buscaba siempre el contraste de tonalidad, lo que añadía una mayor carga emocional a sus obras.

La variedad de soportes que utilizó en sus obras (óleo sobre papel, cartón, masoncita, panel, lienzo, entre otros) dan cuenta de su destreza pictórica al conseguir resultados similares sin importar la técnica con las que las realizaba.

"Interlude" (1922). Estampilla (2001)

A pesar de su popularidad y su atractivo comercial, con el paso del tiempo el rápido cambio en los gustos populares y las nuevas tendencias artísticas terminaron haciendo mella en Parrish. 

En 1931 el artista anunció que sus días de pintar “chicas en rocas” habían terminado, y desde 1935 en adelante se dedicó exclusivamente a la pintura paisajística.

Aunque comercialmente menos rentable que sus imágenes creadas para la reproducción masiva, Parrish ya antes había creado paisajes de arte formal, y ésta época le otorgó una gran libertad creadora, permitiéndole incursionar en temáticas más realistas pero aún teñidas con su característico toque de ensoñación e idealismo. 

"The Glen” (1936), “At Close of Day” (1944), “The Old Glen Mill” (1950)

Parrish continuó pintando hasta entrados los 90 años. Para entonces, su obra yacía casi en el olvido, pero fue rescatada por una nueva ola de artistas -tales como Norman Rockwell, Andy Warhol, Vasarely- quienes, abrumados por su talento, lo aclamaron como su ídolo y su fuente de inspiración. 

Maxfield Parrish murió en 1966 a la edad de 95 años en su estudio en New Hampshire. Y sin embargo, su obra continúa tan viva, fresca y cautivante como hace un siglo atrás.

En el 2001, el servicio postal de Estados Unidos incluyó la obra de Parrish, Interludio, en un tiraje de estampillas celebrando a los Ilustradores norteamericanos más destacados del siglo XX.

El estilo inimitable de Parrish y su uso del color, los patrones, la perspectiva y la composición han influenciado y servido de inspiración a cientos de artistas hasta el presente, de forma directa o indirecta. 

Algunos ejemplos recientes incluyen la portada del disco “The Memory of Trees” de Enya o la estética visual de la película “El Señor de los Anillos” de Peter Jackson.


Escenas de “El Señor de los Anillos: La Hermandad del Anillo” y “El Hobbit: Un Viaje Inesperado” 

La extensa obra de Maxfield Parrish se halla repartida entre museos, galerías, universidades, coleccionistas privados, y espacios públicos en todo el mundo, demostrando el alcance universal de su magnífica obra.

Dueño de una técnica exigente, una exquisita precisión artística, y un estilo inspirador ampliamente imitado pero jamás igualado, Maxfield Parrish rescató los temas, técnicas y espíritu del viejo mundo y los trajo a una nueva era.

Sus imágenes aún hoy capturan la imaginación del público, con paisajes idílicos de naturalezas vibrantes y avasallantes en las que la figura humana es apenas un minúsculo espectador, reflejo fiel y melancólico de un mundo y una era que rápidamente quedaban atrás para no regresar jamás.  


Fuentes: Artnet.com, The Illustrated Gallery, Christies.com, AmericanIllustrators.com, Americanillustration.org. 

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