
Siguiendo los vientos revolucionarios de mediados del siglo XIX, y como muchos otros europeos aventureros de su época, el pintor gascón Raymond Monvoisin empacó sus pinturas y pinceles y se embarcó hacia las Américas en busca de fama y fortuna.
Llegado a Chile en 1843, e invitado por el gobierno para fundar y dirigir la primera Academia de Bellas Artes del país, Monvoisin se encontró con una sociedad recién emancipada del Imperio Español, ávida de las noticias y la cultura francesa, a la que consideraban su principal influencia cultural.
La obra de Monvoisin retrata la visión europea de las Américas en el siglo XIX, una mezcla de utopia y realidad marcada por la ilustración.
Su falta de éxito en Europa bien puede haberse debido a la altísima calidad artística y la feroz competencia presente en el viejo continente en la época. En América, sin embargo, su técnica a veces poco acabada y su visión algo pasada de moda eran bien apreciadas.
Así pues, no es de extrañar su enorme popularidad como retratista dentro del círculo de las elites, y sus retratos hasta hoy en día pueden leerse como un catálogo de la alta sociedad de la época.
Y sin embargo, Monvoisin fue mucho más que un retratista de la clase adinerada.
La exhibición ‘Episodio Monvoisin’, en el Museo de Bellas Artes de Santiago, intenta conjugar ésta fase artística con otras dimensiones de su creación, con resultados mixtos.
Según su curador, Roberto Amiga, el título de la exhibición se debe a que ésta forma parte de una narración mayor, “Monvoisin en América, catalogación razonada de Raymond Quinsac Monvoisin y sus discípulos”, proyecto internacional de investigación que incluye a Chile, Perú, Brasil y Argentina.
La exhibición, ubicada en la sala Matta del museo, presenta 66 obras originales, entre lienzos y estudios, con óleos y dibujos en pequeño, mediano y gran formato.
Muchas de estas obras son exhibidas en préstamo de colecciones privadas o de museos regionales, entre los que se cuentan el Museo Histórico Nacional, el Museo Ciudadano Vicuña Mackenna, el Museo Palacio Cousiño, el Banco Central, el Museo de Artes Decorativas, el Museo de Colchagua, el Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca, la Catedral Metropolitana de la Santísima Concepción, el Museo del Carmen de Maipú y la Embajada de Francia en Chile.
En su antesala y a modo de introducción, se encuentra un texto informativo en inglés y español así como una línea histórica de la época del artista.
En este reducido espacio también se hallan dos pantallas con videos informativos acerca del contexto histórico y la villa de Monvoisin en Chile; sin embargo, el visitante debe verlos de pie y en medio del tránsito de otros visitantes, por lo cual pasan casi desapercibidas y sin aprovechar.
Una vez dentro de la sala, la primera obra que llama la atención es una hermosa miniatura de óleo sobre porcelana de Monvoisin (realizado por su esposa, la pintora Domenica Festa), el cual casi saluda al público a su entrada.
Organizada en una sala gigantesca divida por paneles móviles, la exhibición no establece ninguna dirección particular a seguir, sin punto de partida o final definido, dejando libre albedrío al público.
Sin embargo, esta libertad también implica una falta de narrativa y de contenido, que poco a poco se va haciendo más evidente al adentrarse en la exhibición.
A grosso modo, la exhibición está dividida en dos partes: los retratos realizados por Monvoisin y sus obras basadas en temas históricos, con un entremedio marcado por algunas de sus obras de temas religiosos, ubicadas en un cubículo que sugiere una capilla, cuya entrada está flanqueada por los óleos de San José y la Virgen.
Sin embargo, resulta intrigante la presencia de un cubículo sin iluminación, creado con tela semitransparente, ubicado cerca de la entrada.
En la parte superior de dichas telas se hallan impresas tenues reproducciones de seis frescos que adornaron una de las estancias de la casa de Monvoisin (estancia que el cubículo pretende representar), atribuidas en un momento al pintor. Sin embargo, hoy en día su autoría se disputa, atribuyéndoselas a Clara Filleul.
Por esto, así como por la nula utilización de este espacio de una forma más productiva (por ejemplo, para albergar las pantallas de video arrinconadas en la antesala), este es un espacio perdido que la mayoría de los visitantes evitan de manera instintiva.
Las paredes de la exhibición, pintadas en rojo, azul y blanco, hacen referencia al tricolor francés de Monvoisin, pero también al chileno, y una sección especial en verde hace referencia a sus obras de temas nativistas.
Monvoisin rara vez firmaba sus obras o incluía su fecha de realización, por la que la mayoría de ellas tienen solo una fecha estimada.
Es interesante observar la técnica desigual y a veces inconsistente del artista, con retratos de fineza casi fotográfica -en particular su tratamiento de las mantillas y las joyas de las damas-, y otros con evidentes falencias de perspectiva, estudio anatómico, o incluso de proporciones.
Estos defectos tal vez pueden atribuirse a la velocidad con la que Monvoisin sin duda debió trabajar debido a su altísima demanda, pues la mayoría de éstos óleos -y muchos otros no incluidos en ésta exhibición- fueron creados en un período de no más de 10 años.
Lamentablemente, la decisión de agrupar los datos de las obras a un extremo de la pared de cada agrupación pictórica dificulta su identificación por parte de los visitantes.
A esto se suma la escasa o nula información entregada sobre cada una, los temas representados, o los personajes retratados.
En ocasiones, la pobre iluminación hace aún más difícil para el visitante acceder a la información expuesta.
Aunque la exhibición compila una buena cantidad de obras, se echan de menos algunos de los óleos más conocidos del autor, como el “Retrato del General Manuel Bulnes Prieto”, “Alí Pacha y Visiliki”, “La última noche de los Girondinos”, o incluso obras pertenecientes a la colección permanente del museo, como el hermoso “Paisaje”.
Episodio Monvoisin es una oportunidad única de ver reunidas obras que por lo general están fuera del alcance del público, y el verlas en sus colores y tamaños originales -en vez de reproducciones impresas- les otorga una dimensión especial que impacta al visitante.
Una de las más impresionantes es la de “Retrato de Dámaso Zañartu, Su Esposa y Sus Doce Hijos” (1844), un enorme óleo de 202 x 303 cms., uno de los retratos grupales más grandes y ambiciosos creados en la época.
Ideado como una forma de exhibir la riqueza, el linaje y el poderío de la familia Zañartu, incluso hoy en día impresiona al visitante.
Retrato de Dámaso Zañartu, su esposa y sus doce hijos" (1844)
Pero si la opulencia de tan distinguido grupo familiar es enceguecedora, Monvoisin no pierde la oportunidad de realizar un sutil comentario al colocar en el fondo al hijo menor de la familia, el único que da la espalda al espectador, entretenido en elevar una cometa y completamente ajeno al oropel de su familia o las exigencias de su rango.
Detalles como éstos abundan en las obras de Monvoisin, pero no son comentados en ninguna de las notas informativas.
De hecho, la muestra pierde la oportunidad de ahondar en temas que habrían enriquecido la exhibición al proveer un contexto más amplio de su obra, tales como un estudio de la sociedad de la época, los diferentes estilos pictóricos abrazados por Monvoisin, sus influencias artísticas, el particular contexto histórico en el que las obras fueron realizadas, etc.
“Juana la Loca y la Muerte de Felipe el Hermoso” (1867)
Otra de las obras que llaman a atención es el óleo “Juana la Loca y la Muerte de Felipe el Hermoso” (1867), parte de las obras de temas históricos realizadas por Monvoisin y el único óleo en grisaille de toda la exhibición.
Los magníficos óleos “Caupolicán, Prisionero de los Españoles”(1859), “Elisa Bravo en Cautiverio”(1858), y “El Naufragio del Joven Daniel” (1859) impactan al visitante por su dimensiones más que por su temática, y los estudios exhibidos al lado de estos dos últimos permiten ver cómo evolucionó la visión artística de Monvosin hasta su realización final.
La obra de Monvoisin es muy amplia así como su trabajo e influencia dentro de la academia, por lo que existe material abundante para ser explorado y analizado. Pero dado que la exhibición no cuenta con visitas guiadas o eventos asociados (charlas, conversatorios, etc.), éste vacío de contenido se hace aún más notorio.
Monvoisin fue un artista viajero que vivió y trabajó en varios países, como Chile, Argentina, Uruguay, y Francia. Por ello, reunir el grueso de sus obras es un trabajo titánico pocas veces visto, y exhibiciones como ésta son oportunidades únicas de ver su obra de forma presencial.
A pesar de ello, exhibir las obras de Monvoisin sin hacer una mayor exploración de las mismas o de los temas relacionados a su arte y época es una oportunidad perdida para enriquecer la visita del público, especialmente aquellos que buscan y esperan una dimensión más amplia a tan importante esfuerzo cultural.
Evento: Episodio Monvoisin, Un Pintor Francés en el Chile del Siglo XIX
Lugar: Museo Nacional de Bellas Artes. Sala Matta.
Ubicación: Jose Miguel de la Barra #650 (Parque Forestal), Santiago, Chile.
Fechas: 11 de Abril al 31 de Agosto, 2025
Costo: Gratuito
Más información: https://www.mnba.gob.cl/cartelera/episodio-monvoisin-un-pintor-frances-en-el-chile-del-siglo-xix
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