Tomemos Un Descanso Tecnológico
Según estudios realizados por TechRepublic en el 2020, el usuario medio interactúa con su teléfono por lo menos unas 2617 veces al día. Es decir, aproximadamente una vez cada 2.5 minutos.
Y aunque las estadísticas son impresionantes, no son del todo sorprendentes.
La tecnología penetra nuestra vida desde el momento en que nos despertamos hasta el momento en que (ojalá) nos vamos a dormir. Para muchos de nosotros, chequear nuestros teléfonos para ver noticias y actualizaciones forma parte de nuestra rutina diaria, incluso parte de nuestros trabajos.
Pero aunque puede que estemos encadenados a nuestros teléfonos y computadores debido a las demandas de nuestro trabajo o estudio, incluso cuando tomamos un receso nos conectamos a otra pantalla más.
Desde la aparición del primer teléfono inteligente en 1992, nuestra dependencia a los teléfonos móbiles solo se ha incrementado con la aparición de aplicaciones cada vez más útiles.
Así, cuando apenas hace unos años atrás utilizabamos fuentes análogas individuales - tales como cámaras fotográficas, mapas ruteros, calendarios, enciclopedias, calculadoras, etc.- para realizar rutinas diarias, hoy en día podemos hacerlas todas a través de nuestros teléfonos.
No es un secreto que la tecnología aporta grandes beneficios a nuestras vidas.
Internet y la tecnología detrás de los teléfonos inteligentes y tablets son inmensamente útiles y accesibles, permitiéndonos estar más conectados e informados que nunca antes en toda la historia de la humanidad.
El costo de la conexión a internet es relativamente bajo y, con la proliferación de redes de WiFi gratuitas en la mayor parte de los espacios públicos, conectarse nunca fue más fácil.
Esto significa un flujo sin fin de datos e información, a todas horas del día, todos los días, y casi a todas partes a donde vamos.
Pero toda esta conveniente inmediatez tiene un alto precio.
Con la expansión de redes de conexión cada vez más rápidas y con teléfonos que nos permiten acceder a mayores flujos de datos para ver videos o juegos de video, nuestro uso, abuso, y subsecuente dependencia de nuestros equipos tecnológicos también aumenta.
Dado que la corriente de información servida por internet es infinita y actualizada contínuamente, sentimos la presión de mantenernos constantemente informados y actualizados.
Tenemos que estar enterados de las últimas noticias, los últimos chismes, la última tendencia, la última actualización del trabajo, pues aquellos quienes no están informados de lo último son penalizados socialmente.
Junto a esto está el glamour asociado con la tecnología y la conectividad, además del estatus social conferido a quienes se exhiben permanentemente conectados y ocupados, presentando una imágen de productividad y eficiencia que, real o no, es recompensada socialmente.
Por añadidura, el anonimato permitido por internet también ha permitido el bullying, abuso, avergonzamiento, y humillación pública, incrementando los índices de depresión, ansiedad, dismorfia corporal, e incluso suicidio en los adolescentes, el grupo se usuarios de tecnología más grande y también el más vulnerable.
Los números no podía ser más claros.
Si en el 2008 pasabamos una media de 2.7 horas al día en línea, esto subió a 5.9 horas en el 2017. Y este índice sólo se ha incrementado con las mejoras de los teléfonos móbiles y la popularidad de aplicaciones de redes sociales, tales como TikTok, Instagram, y Twitter.
Pues, si en el 2009 nos conectábamos a internet solo a través de nuestros computadores, para el 2016 los teléfonos tomaron la delantera, con un 51,3% del tiempo de conexión.
Y las restricciones de la pandemia de Covid-19 sólo han empeorado el escenario.
Este sobreuso de tecnología ha otorgado estadísticas preocupantes, de acuerdo a estudios realizados por TechRepublic, DataReportal, y BankMyCell:
-85% chequea sus teléfonos mientras habla con familiares y amigos
-84% dijo que no podría pasar un solo día sin sus teléfonos
-75,4% de los estadounidenses se sienten adictos a sus teléfonos inteligentes
-60% de los adolescentes usan internet a diario, y 50% de ellos lo accesan con tres dispositivos al mismo tiempo.
-38% de los estudiantes universitarios declararon que no podrían pasar 10 minutos sin chequear sus teléfonos o tablets.
-En el 2020, los niños pasaron 76% más tiempo en las redes sociales que en el 2019
-27% de los niños que pasan 3 horas o más al día en redes sociales exhiben problemas de salud mental.
Términos tales como ‘agotamiento visual digital’, ‘addición a internet’, ‘desórden de jugador de video’, ‘intoxicación digital’, ‘zombies de teléfonos inteligentes’, y ‘fatiga de redes sociales’ eran desconocidos apenas diez años atrás, pero hoy forman parte de nuestro léxico.
La adicción a la tecnología es un problema real que involucra problemas sociales y de salud que se expanden sin restricciones de cultura o límites geográficos, y que afectan nuestras vidas a escala global.
Este problema ya fue abordado en el 2013 por Tristan Harris, fundador del movimiento Time Well Spent y del Centro Para la Tecnología Humana, en su presentación “Un Llamado a Minimizar la Distracción y Respetar la Atención de los Usuarios”.
“Si descentralizamos los sistemas que ya tenemos sin un reconocimiento honesto de los daños sociales que están siendo creados - salud mental, soledad, adicción, polarización, teorías de conspiración -, entonces descentralizaríamos los daños sociales, y ni siquiera podemos trazarlos,” declaró.
Video - Tristan Harris - “Downgrade” (4:03)
https://youtu.be/vGx5n_CX72M
Sin embargo, poco han hecho las compañías detrás de las aplicaciones más usadas para minimizar su impacto negativo, y es responsabilidad de los usuarios regular su uso, establecer límites, y lidiar con las consecuencias.
Así pues, es importante darse cuenta cuánto tiempo pasamos en línea, cómo usamos ese tiempo, y aprender a reconocer tempranamente los síntomas de la adicción a internet.
-Insomnio y mal dormir
-Dolor en la espalda y cuello
-Dolor de ojos
-Dolor de cabeza
-Dificultad para concentrarse
-Ansiedad y depresión
-Angustia al no estar conectado
-Problemas de socialización y tendencias antisociales
Es elocuente que la mayoría de las grandes mentes de Silicon Valley - los mismos hombres y mujeres que originaron la tecnología que usamos-, no dejan que sus hijos la usen, o imponen severas rrestricciones en su uso, prohiciones las cuales se extienden a los profesores y nanas que están a su cuidado.
La Escuela Waldorf, por ejemplo, ha prohibido el uso de las pantallas y computadores desde una edad temprana, citando la inhibición de la creatividad, movimiento, e interacción, interfiriendo con los lapsos de atención y el desarrollo general del niño.
Según el expresidente de Facebook, Sean Parker, las redes sociales e internet cambian nuestra relación con la sociedad y con los demás.
El ex-vicepresidente para el Aumento de Usuarios de Facebook, Chamath Palihapitiya, declaró severamente que “las rotaciones de retroalimentación de dopamina de corto plazo que hemos creado están destruyendo la forma en que funciona la sociedad. No hay discurso civilizado, no hay cooperación, hay desinformación, verdades falsas.”
Mientras tanto, el antiguo editor de la revista de tecnología Wired, Chris Anderson, fue tan lejos como para comparar la adicción a internet con las drogas fuertes, declarando que, “en una escala entre golosina y cocaína, está más cerca a la cocaína.”
Estudios médicos recientes apoyan este concepto con evidencia concreta.
La relación entre el tiempo que se pasa frente a una pantalla y los desórdenes mentales ha sido explorada por diferentes estudios a través del globo.
Un estudio del 2012 realizado por investigadores de la Universidad de Montreal, mostró que los escaneos cerebrales de adictos a los video juegos comparten patrones de materia blanca anormal, muy parecidos a los encontrados en los escaneos cerebrales de adictos a sustancias ilegales.
En ambos casos, estas alteraciones cerebrales van de la mano con problemas de autocontrol, toma de decisiones, y problemas emocionales.
En el caso de adolescentes, cuyo lóbulo frontal aún está en desarrollo, las consecuencias pueden ser desastrosas.
El estudio del 2019 “Exposición a pantallas y activación cerebral alterada relacionada a la atención en niños de edad pre-escolar: un estudio de EEG”, apunta a la relación entre la exposición a pantallas en niños pequeños y la proliferación de desórdenes neurológicos, tales como el Desórden de Déficit de Atención e Hiperactividad, ADHD, antes rara vez visto.
Aunque afirmaciones similares fueron hechas contra la televisión en sus días de gloria, la situación con los teléfonos inteligentes y las tablets es mucho más seria, debido a su portabilidad y ubicuidad.
En otro estudio, los investigadores del Instituto Indio de Ciencias en Bengaluru, hallaron una relación entre las pantallas de LCD y las ondas Gamma en el cerebro. Las ondas Gamma se relacionan con el procesamiento simultáneo de información, y se cree que ayudan en la percepción visual, el procesamiento de las emociones, y la repetición de palabras.
Según este estudio, el tamaño de las pantallas y el tiempo de exposición a las mismas afecta la generación de éstas ondas. La fluctuación de las ondas cerebrales es usualmente una indicación de enfermedades neuropsiquiátricos, tales como autismo o esquizofrenia.
Sin embargo, no es necesario un escáner cerebral para notar que los ‘zombies de teléfonos inteligentes’ que andan por las calles a diario tienen niveles insanos y hasta peligrosos de adicción.
Todos hemos escuchado historias de personas que han muerto intentando sacarse una selfie, o chequeando sus teléfonos mientras caminan o conducen. Muchos países han establecido leyes que buscan prohibir o controlar el uso de teléfonos al volante, pero éstas han probado ser de poca utilidad sin una fiscalización constante.
Por ejemplo, en años recientes Japón, -uno de los países con la tasa más alta de adicción a internet-, ha visto un incremento de accidentes y muertes debido al uso imprudente de los teléfonos inteligentes.
Un ejemplo trágico de esto fue que la mitad de los cuerpos recuperados de la cima de un volcán después de una erupción fueron hallados aún sujetando sus teléfonos, con fotos recientes de la mortal erupción, indicando que las víctimas habían perdido un tiempo precioso tomando fotos en vez de correr por sus vidas.
A este punto, está claro que estamos de cara a una verdadera epidemia. Una que, como cualquier adiccón, es difícil de curar.
Parte de la dificultad reside en nuestra mecánica cerebral.
La gratificación instantánea de internet estimula en el cerebro la producción de los químicos que nos hacen sentir bien. Una baja abrupta de estos químicos dispara sentimientos de depresión, ansiedad y privación.
Además del efecto hipnótico del barrido de pantalla, la estimulación sin fin de los newsfeeds cambiantes, los colores, sonidos, gráficos, e imágenes encontradas en internet no sólo proveen entretenimiento, sino que también inducen a nuestro cerebro a un estado de trance.
Antes de notarlo, hemos pasado horas surfeando la web en vez de estar estudiando o terminando un reporte.
Docenas de libros, tales como “La Mente Distraída: Cerebros antiguos en un mundo de alta tecnología”, de Adam Gazzaley y Larry Rosen, “Gánele a su smartphone” de Tchiki Davis, y “Log Off: Cómo estar conectado después de desconectarse”, de Blake Snow, proliferan en las librerías, explicando las razones detrás de este reciente fenómeno, y proveyendo claves sobre cómo podemos tener una relación más sana con la tecnología.
Para aquellos que necesitan más ayuda, en 2013 se abrió por primera vez el fin de semana Digital Detox en el complejo Camp Grounded, en California, convirtiéndose inmediatamente popular con todos aquellos adultos que buscaban desesperadamente una ‘desintoxicación total’ de la tecnología.
A una escala más global, organizado por la organización sin fines de lucro Unplug Collaborative, e iniciado en el 2009, el Día Nacional de Desconexión (National Day of Unplugging) es una iniciativa que busca concientizar sobre la adicción a internet, promoviendo el desafío de pasar 24 horas sin tecnología la primera semana de Marzo de todos los años.
Por todas estas razones, tal vez es una buena idea comenzar el Año Nuevo con el firme propósito de reducir nuestro uso de internet y teléfonos móbiles a un nivel más saludable.
Sin embargo, esto no es tan simple como suena, especialmente si internet y los teléfonos inteligentes son una parte intrínseca de nuestros trabajos, o son la única forma de mantenernos en contacto con amigos y familiares.
Así pues, los especialistas recomiendan re-evaluar nuestra dependencia a la tecnología de forma de re-educar nuestro cerebro en hábitos de uso más sanos.
Como con todos los hábitos y adicciones, cortar el uso de la tecnología de manera brusca puede disparar en nuestros cerebros el ‘modo de privación’, con una mayor posibilidad de recaída.
En cambio, los especialistas recomiendan disminuir su uso progresivamente, hasta que el cerebro se ‘reprograme’ y se desprenda de su dependencia.
En el libro “La Mente Distraída”, Adam Gazzaley y Larry Rosen sugieren romper con nuestros malos hábitos tecnológicos a través del enfoque neuroplástico: meditación, planificación con antelación, ejercicio físico, y la evaluación constante de nuestras respuestas físicas y emocionales a nuestra hiperconectividad.
Aunque el proceso de reformatear el cerebro y construir mejores hábitos toma tiempo, los resultados son más permanentes que criterios más rápidos y radicales.
Sin embargo, si están impacientes por obtener resultados más inmediatos, he aquí otras sugerencias:
* Cree obstáculos - Mientras más difícil haga utilizar su teléfono será menos proclive a sobreutilizarlo.
* Restrinja su uso del teléfono - Úselo sólo para recibir y hacer llamadas y enviar mensajes de texto, e imponga un horario límite para responder (idealmente 1-2 horas antes de irse a dormir). Asimismo, conéctese a social media sólo a través del computador.
* Cambie a Gris - Los desarrolladores han descubierto que los colores vivos y brillantes “recompensan” a nuestro cerebro, causando un reforzamiento positivo que puede convertirse en un círculo vicioso. Para romperlo, cambie los colores de su teléfono a tonos de gris (en filtros de colores), para hacerlo menos atractivo y así menos invitante a usarlo.
* Tome recesos programados - Puede programar una alarma para forzarse a despegarse de la pantalla. Tome ese tiempo para estirarse, descansar los ojos, tomar una caminata, o entablar conversación con sus colegas.
* Haga ‘ayunos-tecnológicos’ - Programe un fin de semana sin tecnología cada mes, para permitir a su sistema desintoxicarse de la carga mental y física acumulada debido al sobreuso de la tecnología.
* Establezca sus preferencias - Bloquee las notificaciones instantáneas y las aplicaciones que no usa, y baje el volúmen de su teléfono o déjelo en Mute, para así reducir las distracciones.
* Cree un área ‘cero-teléfono’- Establezca un área -por ejemplo, la mesa de desayuno-, donde la tecnología no pueda ser usada cuando se está en grupo. También puede seleccionar una hora del día o un momento en particular, si los límites físicos no son posibles.
* Regrese a lo básico - En vez que buscar en internet, intente usar alternativas análogas: un atlas, una enciclopedia, simplemente preguntarle a alguien. Puede que no sea tan inmediato, pero el esfuerzo le redituará grandes beneficios a nivel mental e incluso social.
* Redescubra el placer de escribir a mano - Déle un ejercicio a su cerebro y un descanso a sus ojos tomando notas a mano en vez de tipearlas. El ejercicio también le reportará beneficios cognitivos para su cerebro.
* ¡Intente una aplicación! - Para aquellos sin la suficiente autodisciplina para desconectarse, aplicaciones móbiles tales como Moment, QualityTime, RescueTime, y OffTime miden el tiempo que pasa frente a la pantalla, haciéndole más consciente de ello y permitiéndole controlarlo mejor.
Las aplicaciones Freedom y Flipd ayudan a bloquear páginas webs y aplicaciones no solicitadas, para evitar distracciones. Además, puede poner su teléfono en modo “No molestar” (iPhone) o usar la aplicación Lilspace (Android) para bloquear llamadas no deseadas y así tomarse un receso.
Internet es un recurso maravilloso. Es útil, accesible, fácil de usar y conveniente. Se ha transformado en parte de nuestras vidas y en muchos casos es indispensable.
Pero incluso las mejores cosas de la vida pueden ser nocivas cuando se hacen en exceso.
Encontrar un balance apropiado entre nuestro uso de la tecnología y nuestro desprendimiento de ella nos permitirá desarrollar una relación más sana con nuestros equipos, disfrutando sus muchos beneficios al tiempo que nos cuidamos de los excesos para vivir una vida más plena.
¿Sabías que...?
El próximo Día Nacional de Desconexión será el 4 de Marzo del 2022.
Además, organizado por #HalfTheStory en asociación con Unplug Collaborative, también existe el Día Global de Desconexión, el cual tuvo lugar por última vez el 7 de Agosto del 2021.
Para Saber Más
Para saber más acerca de las iniciativas de desconexión y tomar parte en su desafío, visita sus páginas web oficiales: (Sólo en Inglés)
www.nationaldayofunplugging.com
www.globaldayofunplugging.com
Fuentes: Nfon.com, BusinessTimes Shanghai, DaddyDigest, CBSNews.com, New York Times, Axios.com, Standford Business School, FinancesOnline.com.
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