Azúcar - Dulce Veneno
“Un poquito de azúcar toda purga endulzará, y se puede saborear”, cantaba Mary Poppins en referencia a la larga reputacion del azúcar de hacer nuestras vidas más felices.
De hecho, nuestro lenguaje está lleno de asociaciones positivas al azúcar: nos referimos a una persona agradable como una persona ‘dulce’, a las personas gruñonas se les recomienda ‘endulzar’ su carácter, y cuando algo nos agrada, exclamamos ‘¡qué dulzura!’.
Culturalmente, asociamos al azúcar con la felicidad, y los dulces nunca están lejos de las celebraciones. Las fiestas de cumpleaños son coronadas con torta, jugos y sodas. Los anuncios de refrescos estan llenos de caras sonrientes, y los empaques de dulces promocionan sus propiedades ‘felices’ con colores brillantes y dibujos infantiles.
Pero más allá de meras referencias culturales, hay una razón evolutiva para ésta asociación positiva.
La glucosa es el combustible para nuestros músculos, y el cerebro es su principal consumidor. Como tal, estamos biológicamente programados para elegir alimentos dulces - incluso hemos evolucionado para encontrarlo el más apetecible de todos los sabores.
Sin embargo, si bien este rasgo evolutivo ayudó a nuestros antepasados a favorecer los alimentos ricos en calorías en un momento en que la nutrición era escasa, el mismo estímulo nos ha llevado a una verdadera epidemia de obesidad y enfermedades relacionadas con la obesidad.
Durante siglos, las únicas fuentes de productos dulces se encontraron en las frutas y la miel. El azúcar refinado extraído de remolachas y cañas de azúcar hizo su aparición durante la Revolución Industrial, pero no fue hasta mediados del siglo XX cuando la producción aumentó lo suficiente como para hacerla barata y accesible para todos los consumidores.
En la década de 1990, la industria alimentaria cambió de azúcar a jarabe de maíz de alta fructosa, una fuente más barata de azúcar, pero también mucho más adictiva que el azúcar refinado.
Y nuestro apetito por los dulces no ha hecho más que aumentar a lo largo de las décadas.
Dos fenómenos paralelos han tenido lugar: al mismo tiempo que hemos reducido nuestra actividad física a mínimos históricos, la cantidad de azúcar que consumimos ha aumentado a máximos nunca antes vistos.
Nuestro estilo de vida sedentario hace imposible quemar la cantidad de azúcar que ingerimos, abriendo la puerta a todo tipo de problemas de salud, el más visible de los cuales es la obesidad.
El vínculo entre el exceso de consumo de azúcar y la obesidad está ahora bien establecido, pero durante décadas fue un hecho oscurecido por la industria alimentaria.
Más allá de una mera cuestión de apariencia, la obesidad vinculada al azúcar es un grave problema de salud con múltiples ramificaciones, incluyendo importantes impactos sociales y económicos.
Según una investigación realizada por el Instituto de Investigación Credit Suisse en 2013, el costo global de la obesidad (en términos de atención médica y licencias laborales asociadas a la obesidad y problemas de salud relacionados) se calculó en 700.000 millones de dólares.
Sin embargo, la cifra total puede ser aun mayor, y se estima que aumente al tiempo que las enfermedades relacionadas con la obesidad se presentan en trabajadores cada vez más jóvenes.
A pesar de su innegable capacidad para impulsar nuestro estado de ánimo, el azúcar tiene otra cara, más oscura, que los científicos han estudiado durante más de cinco décadas y que la industria alimentaria a menudo ha intentado ocultar.
Conozcan aquí más sobre los aspectos positivos y no tan positivos del azúcar, un compuesto que es tan indispensable para nuestras vidas como peligroso en exceso.
¿Qué es el azúcar?
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el azúcar se define como: “Sustancia cristalina perteneciente al grupo químico de los hidratos de carbono, de sabor dulce y de color blanco en estado puro, soluble en el agua, que se obtiene de la caña dulce, de la remolacha y de otros vegetales.”
El azúcar común que ponemos en nuestro café es una versión refinada de la sucrosa, uno de los seis tipos de carbohidratos simples: glucosa, fructosa, galactosa, sucrosa, lactosa y maltosa.
Sin embargo, no todos los azúcares son iguales.
Los carbohidratos se dividen en cuatro tipos, según su estructura molecular: monosacáridos, disacáridos (carbohidratos simples), olisacáridos, y polisacáridos (carbohidratos complejos)
Los carbohidratos simples se pueden encontrar en frutas, caña de azúcar, betarraga, zanahorias, miel, jarabe de arce, dulces, etc.
Los carbohidratos complejos son muy comunes en animales, plantas y bacterias. Son constituyentes de las membranas celulares, así como materiales subcelulares de las células. También se encuentran en fluidos fisiológicos como sangre, lágrimas y leche.
Las glicoproteínas son uno de los tipos más importantes de carbohidratos complejos en nuestros cuerpos, e incluyen colágeno, mucinas, inmunoglobulinas y proteínas plasmáticas humanas como fetuin, transferrina y ceruloplasmina, entre muchos otros.
Algunos ejemplos de carbohidratos complejos incluyen los oligosacáridos de la leche, la celulosa de las paredes celulares de las plantas y formas de almacenamiento como el almidón y el glucógeno. Cuando se trata de alimentos, encontramos carbohidratos complejos en verduras, cereales sin refinar, leche, patatas, guisantes y frijoles, entre otros.
Los carbohidratos son esenciales para nuestras vidas, y aunque el azúcar es solo un carbohidrato simple, tiene un rol es hacernos sentir mejor.
Cuando comemos azúcar, el cerebro produce dopamina, nuestro neurotransmisor de ‘recompensa’, y serotonina, el neurotransmisor responsable de nuestros sentimientos de bienestar, y el más susceptible a las influencias dietéticas.
Además de esto, el azúcar suprime el eje hipotalámico de la pituitaria en nuestros cerebros, debilitando la respuesta de nuestro cuerpo al estrés.
De hecho, un antiguo remedio casero es tomar agua con un poquito de azúcar.
La combinación de estos, junto con las texturas y cualidades adicionales de los productos azucarados que comemos - crujiente, gomosidad, suavidad, cafeína - nos hace sentir relajados y felices.
A diferencia de los carbohidratos complejos, los carbohidratos simples tienen una composición molecular más pequeña, entrando al torrente sanguíneo mucho más rápido que los carbohidratos complejos. Esto los convierte en una fuente de energía rápida y en un refuerzo de nuestro estado de ánimo.
Sin embargo, este golpe de azúcar tiene un alto costo.
Los niveles altos de glucosa en el torrente sanguíneo desencadenan la secreción de insulina, que a su vez causa una escasez repentina de glucosa (hipoglucemia).
Esta es la causa detrás de esa sensación de cansancio que experimentamos después de comer una comida de carbohidratos simples.
Lamentablemente, el cansancio no es el único efecto secundario del azúcar, ni el peor.
El exceso de azúcar nos hace más propenso a enfermedades graves.
Probablemente sepan que el exceso de consumo de azúcar puede conducir a la diabetes tipo 2, contribuye a las infecciones, tiene una influencia directa en la retinopatía diabética que puede conducir a la ceguera, y puede contribuir al cáncer de páncreas.
Pero estos son solo algunos de los graves problemas de salud relacionados con el exceso sostenido de consumo de azúcar.
El estrés oxidativo causado por el exceso sostenido de azúcar daña nuestras células, y está vinculado a una larga lista de enfermedades, que incluyen enfermedades neurodegenerativas, enfermedades mentales, cáncer, y trastornos autoinmunes como la artritis reumatoide.
Según un estudio del 2014 publicado por el Dr. Frank Hu de la Harvard T.H. Chan School of Public Health, existe un vínculo entre una dieta alta en azúcares y el riesgo de morir de enfermedades cardiovasculares.
Los altos niveles de glucosa sobrecargan el hígado, el cual convierte los carbohidratos simples en grasa, y con el tiempo puede convertirse en enfermedad de higado graso, un contribuyente a la diabetes.
Además, los niveles altos de glucosa están relacionados con la presión arterial alta y se sabe que aumentan la inflamación crónica, lo cual contribuye a las enfermedades cardíacas, el cáncer, y la diabetes tipo 2.
Se ha demostrado que las dietas ricas en productos finales de glicación avanzada (AGEs) interfieren con muchas funciones celulares, como las defensas antioxidantes, el metabolismo mitocondrial y la inflamación celular. Estas alteraciones pueden contribuir al daño hepático, al deterioro del desarrollo esquelético, y causar daño al corazón y al cerebro.
Los AGEs no solo se encuentran en los dulces azucarados, sino también en la carne roja, queso crema, nueces, aceites, mayonesa, mantequilla, margarina y huevos fritos, entre otros productos.
Una bomba de azúcar y AGEs
El azúcar nos envejece.
Un estudio del 2012 por investigadores de la Universidad de California encontró una relación entre el consumo de fructosa y el envejecimiento de las células. Este envejecimiento celular afecta a todo nuestro cuerpo, incluyendo a nuestro cerebro.
La mitocondrias en nuestras células son las responsables de producir energía. Estas usan glucosa y exudan radicales libres como un producto final de este proceso, llamado ‘oxidación’. Mientras más azúcar consumimos, más radicales libres se producen.
Según la Dra. Vera Novak del Beth Israel Deaconess Medical Center, la diabetes tipo 2 acelera el envejecimiento cerebral, lo que a su vez acelera la progresión del declive funcional, creando un vínculo directo con el Alzheimer y la demencia.
Todo esto significa que el azúcar no solo envejece cómo nos vemos, sino también envejece nuestro cerebro.
¿Quieres detener el reloj? ¡Reduce el azúcar!
El azúcar es tan adictiva como la cocaína.
Un estudio del 2019 del Departamento de Medicina Clinica de la Universidad de Aarhus, encontró que el azúcar influencia el sistema de opioides y dopamina en el cerebro de forma similar a las drogas duras.
La dopamina y el sistema opioide - también llamado el ‘sistema de recompensa’-, es el área del cerebro donde se liberan los neurotransmisores, y es responsable de nuestros sentimientos de éxtasis y dependencia.
En el experimento llevado a cabo por su equipo, el Dr. Michael Winterdahl encontró que la ingesta de azúcar causó cambios en el sistema de recompensa del cerebro en apenas 12 días, pero que se activó desde la primera ingesta de azúcar.
De hecho, los escáneres cerebrales revelan que un cerebro adicto al azúcar no es muy diferente de un cerebro adicto a la cocaína en su capacidad de respuesta a la dopamina.
Otros estudios han encontrado que la ingesta sostenida de azúcar disminuye la actividad de las neuronas que sintetizan la oxitocina (el neurotrasmisor del ‘amor’), y bloquea el proceso de autofagia en el hipotálamo, afectando nuestra sensación de saciedad.
Esto no sólo nos induce a comer más azúcar para alcanzar el mismo nivel de satisfacción, sino que favorece la acumulación de moléculas tóxicas en las células, lo cual puede conducirnos a enfermedades graves, como Alzheimer, Parkinson o cáncer.
Lo que es peor es que los alimentos que causan una mayor elevación en la glucosa en sangre producen un mayor impulso adictivo en el cerebro, lo cual es otra buena razón para mantenerlos fuera de nuestra dieta.
El exceso de azúcar puede perjudicar nuestra cognición.
Un estudio publicado por Neuroscience reveló que una dieta alta en azúcar añadida reduce la producción de factor neurotrópico derivado del cerebro (BDNF), una sustancia química esencial del cerebro para el aprendizaje y la formación de nuevos recuerdos, y que la exposición frecuente a la glucosa alta (HbA1c) los niveles están asociados con el empequeñecimiento del cerebro y la disminución de la capacidad mental.
Otros estudios han confirmado estos hallazgos, demostrando que los altos niveles de glucosa en la sangre pueden dañar la conectividad funcional del cerebro y afectar la materia cerebral, lo que puede causar que el cerebro se encoja.
Dado que un exceso continuo de azúcar daña los vasos sanguíneos, el riego sanguíneo del cerebro también puede resultar afectado, causando dificultades cognitivas e incluso el desarrollo de demencia vascular en casos graves.
Un estudio de 2016 publicado en Behavioral Brain Research sugiere que los altos niveles de glucosa en el torrente sanguíneo pueden ser perjudiciales para el cerebro, lo que resulta en una función cognitiva lenta y déficits en la memoria y la atención.
Otros estudios indican que el exceso de azúcar puede causar inflamación en el cerebro, lo que lleva a dificultades de memoria. Y si bien este daño inflamatorio puede revertirse al cambiar a una dieta baja en azúcar complementada con ácidos grasos omega-3, de repetirse en el tiempo, el daño puede volverse permanente.
Los estudios en diabéticos muestran daño cerebral progresivo, mostrando déficits en el aprendizaje, la memoria y otras funciones cognitivas.
Sin embargo, incluso en jóvenes sanos los niveles de azúcar elevados perjudican la capacidad del cerebro para procesar emociones, como revela un estudio de imágenes cerebrales. Además, estos individuos también obtienen una puntuación más baja en las pruebas de la función cognitiva.
Proteja su cerebro y evite el consumo excesivo de azúcar.
El azúcar puede hacernos sentir triste.
A pesar de toda su promocion para inducir felicidad, el exceso de azúcar puede tener el efecto opuesto.
Después del alza inicial del azúcar producida por los dulces, hay una caída en los niveles de glucosa (hipoglucemia). Esta baja no sólo nos hace sentir cansados, sino que si el cerebro no tiene suficiente glucosa para funcionar, no se producen neurotransmisores, lo que perjudica la comunicación neuronal.
Varios estudios han encontrado una relación directa entre el exceso de azúcar y las enfermedades mentales.
Según el Dr. Adrian Raine de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, la hipoglucemia causada por una súbita subida de azúcar puede provocar nerviosismo e irritabilidad, y provocar un estallido agresivo total (ver punto siguiente).
Sin embargo, lo contrario también causa efectos adversos: las personas con diabetes tipo 2 informan de un aumento de la ansiedad y la depresión durante los eventos de hiperglucemia aguda (azúcar en la sangre elevada).
Dado que el exceso de azúcar causa hiperglucemia e hipoglucemia, las personas que buscan azúcar para impulsar su estado de ánimo terminan atrapadas en un círculo vicioso el cual es muy difícil romper.
Según una investigación de 2017 publicada por la revista Scientific Reports, las personas con el mayor nivel de consumo de azúcar tenían un 23% más de probabilidades de ser diagnosticadas con un trastorno mental que las que tenían el menor consumo de azúcar.
Según el Dr. Michael Winterdahl, debido a su poder adictivo, el azúcar puede reemplazar los estímulos naturales (como el aprendizaje o la interacción social), en el sistema de recompensas del cerebro, dando preferencia al azúcar sobre el contacto social significativo u otras actividades agradables.
El azúcar puede volvernos mas violentos.
El exceso de azúcar siempre ha estado en el banquillo de los acusados por causar hiperactividad, déficit de atención y comportamiento violento, y los científicos finalmente estan encontrando evidencia concreta de ésto.
Investigadores de la Universidad de Cardiff encontraron que los niños que comían regularmente dulces y dulces azucarados hasta la edad adulta habían cometido al menos un delito violento entre los 34 y los 38 años.
Los doctores a cargo de la investigación sugieren que, debido al consumo regular de golosinas, estos niños no aprendieron a retrasar su gratificación, llevando su comportamiento impulsivo hasta la edad adulta.
Los investigadores también señalaron que los niños que comen muchos dulces también tienden a tener una predilección por la comida chatarra en general.
Los científicos han encontrado una asociación entre una tendencia a desarrollar baja glucosa en la sangre y la agresión.
Varios otros estudios apuntan a un vínculo claro entre las fluctuaciones de glucosa en sangre y el consumo de grandes cantidades de ácidos grasos trans dietéticos (dTFAs) con un comportamiento agresivo.
Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego concluyó que una mayor ingesta de grasas trans se asocia significativamente con la agresión, un resultado independiente de condiciones como el sexo, la etnia y la edad.
Dado que el exceso de azúcar también perjudica las funciones cognitivas y el autocontrol, no es improbable sospechar una relación entre el exceso de azúcar, la comida chatarra y el comportamiento violento.
¿Cuánta azúcar debemos consumir?
Desafortunadamente, a diferencia de otros nutrientes, no existe una regulación dietética establecida para el azúcar.
Nuestro consumo de azúcar varía dependiendo de nuestros hábitos de vida, índice de masa corporal, edad, y metabolismo.
Sin embargo, como regla general, la Asociación Americana del Corazón recomienda que las mujeres no consuman más de 6 cucharaditas (24 grs.) al día, y los hombres no más de 9 (36 grs.)
Esto es mucho menos que el consumo diario promedio de la mayoría de los adultos y niños en la mayoría de los paises occidentales: 24 cucharaditas diarias, según el Instituto Nacional del Cáncer.
¿Qué hacer?
Eliminar el azúcar no es una tarea fácil. Casi todos los alimentos que compramos en el supermercado contienen cierto nivel de azúcares añadidos, incluso aquellos alimentos que no son dulces en absoluto.
El azúcar se utiliza normalmente como preservador de alimentos, y como tal se puede encontrar como azúcar añadido oculto en una amplia gama de productos, ya sean dulces o salados, etiquetados como ‘saludables’ o no.
Algunos alimentos que probablemente no sabían que contienen azúcar añadido son: carnes procesadas (hamburguesas de carne de res, salchichas, carnes curadas, cecinas, etc.), frijoles enlatados, sopas enlatadas, fideos instantáneos, palomitas de microondas, mayonesa, aderezos para ensaladas, ensalada de col, avena instantánea, cereales envasados, pan, proteína en polvo, barras de proteína, leche no láctea, mantequilla de maní, licores de crema, salsa de tomate, y más.
Además, el azúcar aparece bajo varios nombres diferentes en las etiquetas de los alimentos, por lo que es más difícil de detectar. Algunos de los nombres utilizados son: azúcar moreno, jarabe de maíz, edulcorante de maíz, concentrados de jugos de frutas, jarabe de maíz de alta fructosa (HFCS), azúcar invertido, azúcar de malta, melaza, azúcar de jarabe y derivados que terminan en ‘osa’: dextrosa, fructosa, maltosa, maltodextrosa, sacarosa, etc.
Nuestro estilo de vida agitado a menudo nos lleva a consumir alimentos procesados y envasados debido a su conveniencia y accesibilidad; pero estos alimentos a menudo están cargados de azúcar, grasas y aditivos artificiales.
Debido a su poder adictivo, dejar el azúcar es extremadamente difícil. Además, la presión social hace que sea más difícil cortar con los hábitos establecidos.
Aunque algunos artículos consejos para satisfacer su gusto por los dulces con frutas, no solo ciertas frutas tienen tanto azúcar como la comida chatarra, pero algunos aperitivos 'saludables' también son trampas de azúcar simple.
Banana - 12 gramos de azúcar por cada 100 grs.
Uvas - 16 gramos de azúcar por cada 100 grs.
Pasas - 59 gramos de azúcar por cada 100 grs.
Duraznos en lata - 21 gramos de azúcar por ½ taza
Pina en lata - 25,8 gramos de azúcar por taza
Jugo de ciruela - 24 gramos de azúcar por 1/2 taza
Coca cola - 10,8 gramos de azúcar por cada 100 ml.
Té helado - 8 gramos de azúcar por cada 100 grs
Red Bull - 10 gramos de azúcar por cada 100 ml.
Algunos de los productos dulces que se nos antojan tienen características únicas que no se encuentran en las frutas (crujiente, gomosidad, cafeína, etc). Por lo tanto, reemplazarlos no es tan fácil.
Además, evitar los productos azucarados es socialmente impopular, como bien lo sabe cualquiera que haya intentado dar ‘golosinas saludables’ a los niños en Halloween.
Difícil, pero no imposible, especialmente si la idea no es evitar el azúcar por completo, sino restringir su consumo a un mínimo saludable.
He aquí algunas sugerencias para cambiar nuestros hábitos dulces:
1.-No reduzca su consumo de azúcar de golpe. Esto pone a su cerebro en el modo de privación y refuerza su necesidad. En su lugar, trate de reducir progresivamente su consumo de azúcar. Por ejemplo, si toma su té con dos terrones de azúcar, intente usar 11/2 durante unos días, y luego redúzcalo a 1. Reentrenar sus papilas gustativas es la forma más segura de reducir su consumo de azúcar.
2.-No cambie por reemplazos - Puede haber oído que la sustitución de azúcar por edulcorantes artificiales u otros ‘azúcares naturales’ es una buena alternativa para satisfacer su gusto por los dulces. Pero estas son sustancias químicas no exentas de efectos secundarios, algunas relacionadas con el cáncer, o de efectos aún desconocidos. Es más seguro adherirse a los viejos azúcares naturales (miel, azúcar moreno, jarabe de arce, etc.) y entrenarse para a comer porciones más pequeñas y menos frecuentes.
3.-Evite los alimentos envasados, refinados y procesados en favor de los alimentos caseros - Por lo general, los ingredientes utilizados en casa son más naturales y estará en control de las cantidades utilizadas. Si debe consumir alimentos procesados -en la oficina, reuniones sociales, fiestas, etc.- modere sus porciones y establezca intercambios (i.e. coma esa dona, pero no ponga azúcar en su café.)
4.-¡Si lo consumes, quémalo! - Una gran parte del problema de la obesidad mundial proviene de nuestro estilo de vida sedentario. La clave es gastar la energía que ponemos en nuestros cuerpos. ¡Si comes azúcar, asegúrate de quemarla! Además, el ejercicio regular ayuda a nuestro cuerpo a controlar el nivel de glucosa, regula nuestro apetito, reduce la ansiedad y la depresión, y mantiene nuestro sistema funcionando en condiciones óptimas.
5.- Use medida - ¿Ganas de comer chocolate? No se prives, ya que esto solo hará que lo quiera más y terminará comiendo de máas. En vez, controle sus porciones: en lugar de comer una barra de chocolate entera, coma algunas piezas, solo lo suficiente para disfrutar sin culpa. Esto también entrenará a sus papilas gustativas para comer menos azúcar.
6.- Establezca un horario. Trate de satisfacer su gusto por los dulces temprano en la mañana; de esa manera, tendrá el resto del día para quemarlo. Además, establezca un límite de horas para comer carbohidratos simples, algunas 5 - 6 horas antes de ir a la cama, a fin de darse tiempo suficiente para quemarlo.
7.- No use el azúcar como recompensa, especialmente con los niños. Una golosina de vez en cuando está bien, pero hacerlo una ocurrencia regular instala hábitos que más tarde serán extremadamente difíciles de romper.
8.-¿Es realmente un antojo dulce? Entre otras funciones, el hipotálamo envía señales a su cerebro para controlar la sed, el apetito y la temperatura corporal, y a veces estamos tan abrumados por el estrés y otros factores, que podemos confundirnos fácilmente. Si tiene un antojo dulce, trate de tomar primero un vaso de agua - ¡puede que se sorprenda!
9.- Intente alternativas. A veces buscamos azúcares por las sensaciones asociadas a ellos, no por la dulzura en sí misma. Por ejemplo, cuando anhelamos gomitas - ¿es el sabor o la masticación que anhelamos? Trate de masticar un chicle sin azúcar en su lugar. Intente cambiar una barra de chocolate por un vaso de leche de chocolate hecho en casa, o una porción de almendras en el caso de las barras de chocolate con nueces. ¡Sé creativo! Es posible que se sorprenda de lo satisfactorio que pueden ser las alternativas bajas en azúcar.
10.- No dependa del azucar para su dopamina y serotonina. Participe en otras actividades que puedan brindarle disfrute y satisfacción: jardinería, reproducción de música, deportes, dar un paseo. Todo esto desencadenará los neurotransmisores que el azúcar intenta imitar a un costo tan elevado.
El azúcar es un elemento necesario en nuestras dietas y un dulce compañero para nuestros momentos de felicidad, pero desde nuestros dientes hasta nuestro corazón y cerebro, todo el cuerpo sufre por su consumo excesivo.
Dada toda la evidencia acumulada de sus efectos secundarios negativos, no es del todo ilógico pensar que el exceso de azúcar en nuestras dietas (junto con los ácidos grasos trans altos y AGEs) es un factor clave que contribuye a los niveles crecientes de depresión y problemas de salud mental, falta de autocontrol y la propagación de la agresividad y la violencia en todo el mundo, especialmente entre los jóvenes.
Los malos hábitos son difíciles de romper - lo mejor es desarrollar buenos hábitos desde el principio.
Entrenar tus papilas gustativas para aprovechar al máximo cada bocado, y moderar su ingesta diaria son la mejor manera de disfrutar de la dulzura del azúcar y sus beneficios sin remordimientos.
Para Saber Más
¿Está interesado en aprender más sobre los efectos secundarios del azúcar? Entonces probablemente disfrutará leyendo el libro "Fat Chance: The Hidden Truth About Sugar", del endocrinólogo pediátrico estadounidense Robert Lustig, un ferviente defensor contra el azúcar.
Sources: Harvard Health, National Center for Biotechnology Information, Pew Research, Science News, Science.org, University of Michigan, NPR, The Atlantic, Integrative Medicine, New Scientist, La Tercera.
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